La estrategia llevada a cabo por la Unión Africana (UA) y su rápida actuación han permitido mantener controlada la crisis sanitaria en el continente, y han mostrado unas cifras que han sorprendido a la comunidad internacional. A pesar de contar con unas estructuras debilitadas y una mayor escasez de recursos sanitarios en comparación con los países de occidente, África registra un número relativamente reducido de casos positivos y un porcentaje de fallecimientos que corresponde, aproximadamente, a la mitad del registrado en el continente europeo.

Desde el estallido de la Revolución libia en 2011, el país ha vivido en una situación de agitación causada por la coexistencia de diferentes actores con perspectivas de futuro contrastantes. En los últimos años han sido numerosos los esfuerzos diplomáticos que han intentado poner fin a la problemática del país. Sin embargo, ninguno ha tenido una influencia tan decisiva como la que se obtuvo el pasado 23 de octubre con la firma del alto el fuego permanente mediado por la ONU. Este acuerdo debería fortalecer el plan de paz propuesto por la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas (UNSMIL) y alentar la adopción del embargo de armas adoptado por el Consejo de Seguridad.