La ciudad de Dakar no se entendería sin sus grafitis y murales, ya que estos fueron parte de una estrategia popular de mejora del entorno urbano en los años 80 y un movimiento de responsabilidad social y reivindicativa en respuesta al hastío provocado por la situación política. La consolidación de este modo de expresión llevó a la creación de Festigraff, el primer festival de este tipo en el continente africano.

El 12 de enero se celebró el Yennayer, el año nuevo amazigh. Esta cultura originaria del Magreb y que ha estado tantos años silenciada u olvidada entró en su año 2972 hace algo más de un mes. No obstante, su Historia se remonta a casi el 10.000 a.C., por lo que su año 1 no coincide con sus orígenes, sino con otro acontecimiento. Este fue determinado por Amar Negadi, calificado como “padre del calendario Amazigh” y que logró grandes avances hacia la homogeneización y difusión de su cultura.

El territorio del Sáhara Occidental se encuentra inscrito en la realidad del continente africano. Dado que es un territorio extenso y heterogéneo, conocer su contexto es crucial: una historia étnica de monarquías pre-coloniales, seguida de la colonización europea con la Conferencia de Berlín en 1884 y finalizando con las diversas independencias nacionales africanas. Asimismo, en las regiones magrebíes se encuentra muy presente la población Amazigh, que convive simultáneamente con la población árabe demostrando la heterogénea realidad del pueblo saharaui.

En Malabo no hay salas de teatro, pero en el paseo marítimo o en las plazas es fácil encontrar grupos de jóvenes que se reúnen a la salida de clase para ensayar obras y coreografías. En la capital de Guinea Ecuatorial, el tejido cultural está sostenido por colectivos juveniles que muchas veces nacen con el único objetivo de explorar intereses comunes, pero que terminan convirtiéndose en verdaderos agentes de cambio dentro de sus comunidades. Uno de ellos es Eticultura, que fomenta la inclusión de jóvenes con discapacidad a través de diversas actividades culturales.

Pocas veces oímos hablar de Mali en Europa y, cuando lo hacemos, suele ser en relación con la inseguridad y la inestabilidad política que azotan el país desde hace años. Lo que no suele ser tan común es mirar Mali desde una perspectiva distinta: a través de su música. Cuando hablamos de “música maliense” no hacemos referencia a ningún estilo en específico, sino, simplemente, a las obras de los músicos ligados a este país.