Hace menos de una semana la estatua del colonizador y rey belga Leopoldo II amaneció pintada de rojo como símbolo de rechazo a su actividad conquistadora y saqueadora sobre la República Democrática del Congo. De la misma forma, la figura del traficante de esclavos Edward Colston, cuya presencia era alabada desde 1895, fue tumbada y arrojada sobre un río en Bristol; como una declaración de intenciones para terminar con todo símbolo colonial, de los cuales deriva la opresión sistémica que ha sido duramente criticada desde la muerte de George Floyd, el pasado 25 de mayo.