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El fallecimiento de Déby tras 31 años de mandato, a manos de los rebeldes en el Norte, ha abierto una caja de pandora y podría suponer un aumento de la inestabilidad en la región del Sahel. Libia, Sudán y Níger llaman a la moderación, mientras la oposición y presuntamente parte del ejército no aceptan el giro monárquico del país. Mientras, la comunidad internacional ha condenado la fuerte represión y los fallecimientos en las manifestaciones en Chad, respuesta a la semana de tensión interna provocada por la toma de poder de su hijo para dirigir una transición de 18 meses.