Los sistemas políticos en África han sufrido una evolución constante. Desde modelos locales hasta la implementación de la democracia. Mali y Botsuana presentan recorridos propios. Mali fue pionero en justicia social con la Carta de Kurukan Fuga (1235), mientras que Botswana es hoy reconocida por sus procesos democráticos pacíficos y multipartidista desde su independencia.

En 2003, una rebelión iniciada contra el Gobierno de Sudán en Darfur motivada por la marginalización económica e inseguridad de la región derivó en un conflicto armado que provocó el desplazamiento de millones de personas y acabó con la vida de cientos de miles. La inacción por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas llevó a la recién creada Unión Africana a intervenir a través del envío de una misión de paz conocida como Misión de la Unión Africana en Sudán. La cual terminó evolucionando a una conjunta entre la organización africana y las Naciones Unidas: UNAMID (2007 – 2020), que conforma uno de los ejemplos más notables de colaboración entre las Naciones Unidas y una organización regional.

El reparto de África o the Scramble for Africa realizado en 1885 durante la Conferencia de Berlín, asentó la idea colonial de que África necesitaba ser civilizada. Este discurso se vió fortalecido por la falta de fuentes escritas sobre el territorio. Sin embargo, la arqueología ha permitido afirmar que el continente precolonial ya contaba con una organización política, deslegitimada en la Conferencia por no ser igual a la occidental. Los Estados no hegemónicos y las sociedades sin Estado dividían el continente de norte a sur y de este a oeste. El Imperio de Ghana (siglo VII- siglo XII) es una prueba de ello.

Los Tuareg son un pueblo amazigh de tradición nómada que habita el Sáhara y parte del Sahel, en el territorio de seis estados africanos. La conquista musulmana del Magreb en el siglo VII d.C. supuso un notable incremento de la movilidad tuareg hacia el sur, ya que se convirtieron en el nexo entre el islam y los estados sahelianos, teniendo un papel fundamental en las rutas comerciales transaharianas y en la difusión cultural.

Ser rastafari significa mucho más que rastas, reggae y marihuana. Eso es lo que descubrí en mi último viaje a Etiopía. Cuando el recorrido casi tocaba a su fin, paramos en una comunidad rastafari, donde conocí de primera mano que el rastafarismo es un movimiento sociocultural influenciado por corrientes panafricanistas. Tiene, además, un fuerte componente religioso que considera entre otros asuntos, que Haile Selassie I, el último emperador de Etiopía, es la encarnación de Dios en la tierra.

La Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) es una misión de paz constituida por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2007. Su fin es recuperar un clima de entendimiento entre los diferentes actores que componen el territorio somalí; en concreto entre el Gobierno Federal y los diferentes Estados Federales. La Misión sigue en curso dados los obstáculos con los que se ha encontrado a lo largo de los años. En especial la organización terrorista Al-Shabaab, la debilitación de las relaciones con sus países aliados, Kenia y Etiopía, así como la tensión entre el Gobierno central y los Estados Federales.

El cuidado y uso del patrimonio cultural de los pueblos es fundamental para que perduren, y principalmente su lengua, ya que esta refleja la pertenencia a un grupo porque les permite comunicarse entre ellos. El pueblo Amazigh es una de las muchas poblaciones indígenas que han sido obligadas a dar la espalda a sus raíces a favor de la arabización para asegurar su supervivencia, lo que podría haber significado el fin del pueblo. Sin embargo, esto no ha ocurrido gracias a que, en las últimas décadas, se ha reivindicado la diversidad cultural como rasgo positivo para las sociedades, permitiendo a los Amazigh ejercer su cultura, disfrutarla y transmitirla de generación en generación.

En 2018 centenares de huesos fueron enterrados en Namibia después de haber aguardado un entierro digno durante más de un siglo. Dichos restos llegaron desde Alemania, donde a inicios de siglo decenas de científicos acumularon los huesos de las víctimas del primer genocidio del siglo XX. Su finalidad era estudiar la superioridad genética del hombre blanco. Esta no es la historia de cómo volvieron los huesos de la nación herero a Namibia, sino la historia de su genocidio.

1

La división de África en la Conferencia de Berlín es un mito. África ya estaba dividida en territorios que se correspondían con características geográficas distintas y que consistían en una enorme variedad de sociedades, culturas y lazos étnicos y nacionales. Las características geográficas de las que hablamos incluían cordilleras, ríos y las rutas que estos accidentes geográficos habían ayudado a crear. Existían cientos de lenguas diferentes entre estos pueblos originarios, y aún existen, y la mayoría de ellos tenía sus propias creencias religiosas, aunque con el tiempo muchos de estos pueblos se vieron forzados a seguir las prácticas y enseñanzas del islam o el cristianismo.