Los éxitos recientes han puesto al continente africano en el centro de atención del panorama del ciclismo internacional. Hace años que el fervor por las bicicletas y las competiciones se han multiplicado y se han expandido por todo el continente. El interés de gobiernos y patrocinadores, junto con el apoyo de los organismos internacionales, prometen llevar el ciclismo africano al próximo nivel. El punto de partida: el Mundial de Ruanda
Túnez
El 12 de enero se celebró el Yennayer, el año nuevo amazigh. Esta cultura originaria del Magreb y que ha estado tantos años silenciada u olvidada entró en su año 2972 hace algo más de un mes. No obstante, su Historia se remonta a casi el 10.000 a.C., por lo que su año 1 no coincide con sus orígenes, sino con otro acontecimiento. Este fue determinado por Amar Negadi, calificado como “padre del calendario Amazigh” y que logró grandes avances hacia la homogeneización y difusión de su cultura.
La población tunecina, sobre todo la más joven, lleva reivindicando más de diez años una serie de cambios políticos y económicos que no parecen materializarse. En 2021 las manifestaciones multitudinarias volvieron a llenar las calles, donde la juventud exigía que sus necesidades fueran escuchadas. Un año después no parece que dichas demandas hayan sido solventadas, aunque la situación política del país sí ha cambiado.
El presente ensayo reflexiona acerca de la narrativa mediática respecto a la región norteafricana, en especial tras las revueltas de la Primavera Árabe. Su principal hipótesis es que la actual narrativa de Túnez en España respecto al éxito de estas revueltas no permite apreciar los avances que ha hecho el país en materia democrática y por lo tanto, es una visión inherentemente pesimista cara al futuro.