África es el continente con mayor crecimiento demográfico y tasa de urbanización mundial. Las previsiones indican que para el año 2050 duplicará su población, aumentando hasta los 2500 millones de habitantes, de los cuales dos tercios serán acogidos por las ciudades. Esto supone unos 950 millones de nuevos residentes urbanos en los próximos treinta años. El aumento demográfico y el cambio climático son dos de los factores principales de esta tendencia. Para la gestión de las ciudades se trata, al mismo tiempo, de un importante desafío y una oportunidad. Por una parte, existirá un aumento significativo de la demanda de servicios, al que hay que añadir un actual déficit de los mismos, pero por otra se encuentran ante un gran potencial humano.
La Agenda 2063 recoge siete aspiraciones para futuro del continente, la primera de ellas es lograr un África próspera basada en el crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible. Uno de sus objetivos es alcanzar un alto estándar de calidad de vida, acabando con la pobreza, la desigualdad y asumiendo los retos del rápido crecimiento demográfico y urbanización, mejorando el hábitat y el acceso a los servicios básicos.
Para ofrecer ese desarrollo urbano, inclusivo y sostenible, están surgiendo iniciativas tanto desde el ámbito público como el privado, algunas de ellas son la creación de nuevas ciudades.
Una de las propuestas más llamativas, que recientemente ha comenzado su construcción, es Akon City en Senegal. La iniciativa surge del rapero, compositor y productor conocido como Akon, cuya intención es construir una urbe futurista, medioambientalmente sostenible, que buscará soluciones a desafíos como el cambio climático, la crisis económica y la pobreza. La futura ciudad, ejemplo de desarrollo tanto para el país como la región, pretende ser un motor económico competitivo a nivel mundial priorizando en aspectos como la educación, la tecnología y la innovación. Además, pretende ser el “hogar de retorno” para los africanos que sufren injusticias raciales en cualquier lugar.
El diseño de la metrópolis, a cargo del estudio Bakri & Associates Development Consultants, con sede en Dubái, se inspira en las formas sinuosas de la escultura tradicional africana tendrá un coste de construcción de 6000 millones de dólares. No se ha desvelado el nombre de todos los inversores, pero sí que cuenta con el apoyo del presidente, que ha cedido los terrenos y la agencia de turismo de Senegal, que apuesta porque la ciudad se convierta en una atracción turística. El proyecto, que pretende aprovechar al máximo los recursos naturales y liderar la innovación tecnológica del país, concluirá su primera fase en 2023. Cuando finalice la construcción en 2030, la ciudad contará con todo tipo de servicios: parques, universidades, hospitales, hoteles, viviendas, tanto sociales como de lujo, e incluso estudios de cine. Otra peculiaridad es que todas las transacciones económicas se realizarán con una moneda virtual propia, el akoin, y que la ciudad estará en una zona impositiva especial para poder realizar exenciones de impuestos que alienten la inversión.
Tendrán que pasar los años para confirmar el éxito de la propuesta, ya que no es la primera que surge en el continente y la experiencia ha mostrado que no siempre funcionan. Las nuevas ciudades fueron proyectadas con planteamientos diferentes, desde ciudades autosuficientes a centros de negocios.
Fundada en el 2010 en el norte de Etiopía, BuraNEST era una propuesta de ciudad autosuficiente que surgió de la colaboración entre arquitectos y urbanistas de Etiopía y Suiza para dar respuesta a la demanda de alojamiento e infraestructuras generada por la migración de las zonas rurales a los centros urbanos. Se trataba de un proyecto experimental que pretendía cambiar las relaciones entre el crecimiento demográfico y el uso de recursos para lograr la sostenibilidad, combinando la vida urbana con la tradición rural. Las viviendas, diseñadas atendiendo las necesidades de los futuros inquilinos almacenaban agua de lluvia, se crearon talleres de industria ligera y artesanía para proporcionar empleo a los que dejasen de trabajar el campo y las plantaciones de eucalipto suministrarían la madera necesaria para las construcciones. La realidad es que la ciudad no se desarrolló como se esperaba, se construyeron viviendas, así como infraestructuras y equipamientos básicos, pero los residentes de las zonas rurales próximas no se vieron tan atraídos por la propuesta como se esperaba.
Junto a la ciudad de Lagos, en Nigeria, comenzaron en 2009 las obras para ganar un terreno de 10 kilómetros al mar. Sobre ellos comenzó a construirse Eko Atlantic City. Conocida como la Dubai de África las imágenes finales de la ciudad recuerdan a los nuevos desarrollos urbanos de lujo de cualquier lugar del planeta, no en balde, su objetivo son las grandes fortunas del país y aspira a convertirse en un centro comercial, financiero, residencial y turístico para las élites de la región. Según la propuesta inicial la ciudad debería estar funcionando hoy en día, pero por el momento, los edificios completados no llegan a la decena. Se espera que cuando finalice la construcción aloje a unas 250 mil personas y dé trabajo a 150 mil, siendo especialmente atractiva para grandes compañías africanas e internacionales y a diferencia de su vecina Lagos, contará con un servicio de electricidad que garantizará el suministro, evitando los frecuentes cortes de luz.
Con una propuesta mucho menos lujosa y futurista se ha iniciado el proyecto de construcción de la ciudad de Ouèdo, en Benín, por parte de la empresa española PNHG. Dentro del programa gubernamental de creación de vivienda social, la nueva ciudad ofrecerá vivienda y servicios a las futuras generaciones de la cercana ciudad de Cotonú, capital económica del país, y a quienes lleguen de otras regiones. La ciudad busca ser sostenible no solo en el ámbito medioambiental, sino también en lo social y económico, ofreciendo vivienda social, es decir digna y asequible, y formación para jóvenes en nuevas técnicas de construcción. La urbe no pretende ser un modelo de desarrollo competitivo a escala mundial, pero sí sostenible y accesible a todas las personas, respetando el medioambiente local, implementando la convivencia de usos y actividades y la construcción de equipamientos de calidad que permitan a sus habitantes tener las necesidades cubiertas.
Estos son algunos ejemplos de la nueva agenda de desarrollo urbano en varios países africanos. Impulsadas por los gobiernos en colaboración con empresas de la construcción, en numerosos casos extranjeras, algunas de las nuevas ciudades se proyectan para convertirse en hitos a nivel mundial mientras que otras ofrecen una aproximación mucho más cercana a la realidad de la mayoría de la población. Ambos planteamientos son válidos, pero considerando que el 60% de los residentes urbanos en el continente lo hace en barrios informales, hay que promover la visión crítica y reflexionar sobre las propuestas. Por muy atractivas que puedan resultar visualmente, las ciudades no posibilitarán el desarrollo social y económico de la población si no dan respuesta a la necesidad de vivienda asequible, al contrario, este tipo de propuestas favorecen el aumento de la desigualdad.
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