El fútbol en África: deporte, neocolonialismo y política

Trofeo de la Copa África de Naciones. Ceremonia de cierre de la edición de 2023 celebrada en Costa de Marfil (Fotografía: APF/Issouf Sanogo).
  • En la elaboración de este artículo participan Santiago Neltoh Mangomo y Jesús Romero.

La Copa de África se ha revelado como un gran fenómeno de masas capaz de atraer el interés tanto dentro como fuera del continente. En un sentido interno, involucra a todas las comunidades en torno a un evento único, despertando pasión por el deporte, sentimiento de pertenencia y valores de competencia sana. A nivel externo, destaca por su capacidad para atraer patrocinios, hasta el punto de haberse convertido en uno de los eventos más importantes  del continente y que refleja la Historia del mismo desde las independencias hasta las nuevas realidades internacionales.

La estrecha relación entre colonialismo y deporte

El proceso de colonización en África encontró en el deporte una vía más de introducción en muchos lugares. Todavía hoy el deporte sigue siendo articulándose como un instrumento neocolonial.

El deporte, en su concepción moderna, nace en la segunda mitad del siglo XIX gracias, en parte, al barón francés Pierre de Coubertin, ideólogo de los Juegos Olímpicos modernos, proceso que coincide en el tiempo con la expansión colonial de los imperios europeos. En este punto, Coubertin entendía el deporte como una forma más efectiva y positiva de establecer el poder de la metrópoli, además de un vehículo de civilización y de promoción de la salud y las costumbres. Así, además de introducir y en muchos casos, imponer lengua, modos y costumbres a las poblaciones locales, también llevaron a los lugares recién apropiados el deporte, entre ellos, el fútbol.

Al tratarse de un deporte creado en Inglaterra, los primeros focos de desarrollo del fútbol en África se dan en las colonias británicas. Es en 1903 cuando nace el Excelsior Club, el primer equipo de fútbol en Ghana. Se trataba de un club cerrado y exclusivo para colonos. Con el paso del tiempo, estas asociaciones fueron abriéndose y transformándose permitiendo a la población local participar de los eventos deportivos. Sin embargo, mientras que Londres impulsó el deporte como parte de la Pax Britanica, Francia prestó poca atención a las actividades deportivas. El antropólogo Pierre Bardeu achaca esta actitud francesa al temor de que la población local superase a la élite colonial blanca.

Emancipación nacional africana a través del deporte

Con la progresiva independencia de las colonias y la formación de los Estados-nación africanos, surgiría el ideal del panafricanismo que, al igual que había sucedido con la colonización, encontrará a través del deporte una forma de expresión y reivindicación de la identidad africana. Tal y como explica Raffaele Poli, después de las independencias este deporte ha mantenido una fuerte influencia en el desarrollo de las políticas africanas actuales.

En la actualidad el Consejo de Deportes de la Unión Africana (AUSC, por sus siglas en inglés), se configura como el principal coordinador del desarrollo del deporte en el continente. El propósito del AUSC es construir proyectos gubernamentales para el desarrollo inclusivo y sostenible de las naciones africanas a través del desarrollo del deporte (SD4, por sus siglas en inglés). A su vez, estas políticas de impulso del deporte en África se articulan en consonancia con la sexta aspiración de la Agenda 2063, dedicada a la defensa de un desarrollo total del continente impulsado por el potencial de los africanas y africanos, especialmente de las mujeres y los jóvenes.

Sin embargo, antes incluso de que existiesen marcos políticos comunes el fútbol se manifestó como un elemento de lucha anticolonial. El deporte ofrecía a los pueblos colonizados la oportunidad de enfrentar (y vencer) a sus colonizadores. En ese sentido, el fútbol participó también de las luchas coloniales al ofrecer a los colonizados presencia en la escena internacional y obtener reconocimiento como entidades diferenciadas de la metrópoli.

En 1959, se creó la Confederación Africana de Fútbol (CAF) por iniciativa de Egipto, Sudán y Etiopía, tres de los pocos países que entonces eran independientes. Desde su conformación, la CAF adquirió un fuerte compromiso político para con África y la población africana. Muestra de ello fue el prolongado veto Sudáfrica durante el régimen de apartheid.

Selección de Etiopía, vencedores de la edición de 1962 (Fotografía: Ethiosport.com)

De acuerdo al investigador camerunés Elias Mbengalack, se pretendía que fuera una herramienta práctica que permitiera lograr una política coherente en la lucha contra el «imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo».

El evento que nos ocupa, la Copa Africana de Naciones (CAN), es anterior a la propia CAF. La primera edición se celebró en 1957 y participaron, justamente, los tres países que un par de años después impulsarían la creación de una confederación que agrupase a todas las federaciones de fútbol de África. Debido a la falta de naciones libres en el momento de su fundación, la CAF fue progresivamente incorporando nuevos miembros a medida que los países africanos accedían a su independencia y las federaciones nacionales surgían.

Para el momento de la celebración de la primera CAN, el fútbol era ya un deporte global. Muestra de ello es que se habían celebrado seis campeonatos mundiales (1930, 1934, 1938, 1950, 1954 y 1958), en los que solo un país africano había participado: Egipto, presente en la edición de 1934 celebrada en Italia.

Hoy, la CAN es la celebración del fútbol africano y supone la representación individual de las realidades simbólicas de cada país y sus comunidades, especialmente, para los más jóvenes.

Nuevas formas de colonialismo: de jugadores a infraestructuras

Una realidad notable es el debate que surge cada edición de la Copa Africana de Naciones es en qué medida afecta el «éxodo» de futbolistas africanos con destino, principalmente, a equipos europeos. Esta cuestión también puede abordarse desde otra perspectiva. ¿En qué medida está el fútbol africano renunciando a su propio talento para ponerlo al servicio del fútbol especialmente europeo?

En el ámbito deportivo, la Copa de África ha demostrado ser el mejor escaparate de talento que, sin embargo, no ha conseguido contribuir al desarrollo del fútbol local. Hace 20 años, el ex presidente de la FIFA, Joseph Blatter cargaba contra las políticas «neocolonialistas» de los clubes europeos iniciadas en la década de 1980, momento en el que el  fútbol, como negocio, se internacionaliza.

La creciente participación de jugadores africanos en competiciones internacionales llamó la atención de clubes europeos que iniciaron una política basada en el reclutamiento e importación de talento joven, aprovechando, en muchas ocasiones, los lazos históricos. De esta manera, clubes franceses, portugueses o ingleses enviaron numerosos ojeadores a África en busca de futuras estrellas del deporte.

Desde entonces, el fútbol en África ha pasado de tener un enfoque endogenista, es decir, la búsqueda de su mayor crecimiento a nivel local; a adquirir un carácter exogenista, auspiciado principalmente por la salida masiva de jugadores al extranjero y de su posterior repatriación para los campeonatos nacionales.

Potenciado por la fragilidad económica del fútbol en el continente y la expansión mediática del deporte, los clubes africanos, con contadas excepciones en los países del norte de África, son incapaces de mantener a los jóvenes. Europa ofrece mayores sueldos, mayores perspectivas de tener una carrera profesional y la promesa de ser una estrella en un mercado potente y consolidado, algo con lo que, ni siquiera los grandes clubes continentales como el Al Ahly egipcio pueden competir. A pesar de que los grandes jugadores africanos son una fuente de inspiración para sus compatriotas, la aspiración general del jugador africano es, en la mayoría de los casos emigrar para no volver.

La política y geopolítica del fútbol en África

La Copa de África no solo está configurada en una oportunidad para mostrar al mundo el talento africano o como para a como expresión de una fuerte pasión por el fútbol en el continente. También constituye una ventana de oportunidad para acelerar procesos de desarrollo urbano, remodelación de espacios públicos y puesta en marcha de proyectos de infraestructuras. A su vertiente deportiva hay que sumar su potencialidad económica, política y geopolítica.

Vista del Aeropuerto Internacional de Bamako, Mali. (Fotografía: Moussa Diaby/erasmusu.com)

La competición ha sido utilizada a menudo por las autoridades para mostrar el desarrollo del país en cuestión. Sin ir más lejos, Alassane Ouattara ha planteado la organización de la actual CAN como el punto de partida para una posible reelección en las próximas elecciones presidenciales de Costa de Marfil. Al mismo tiempo, la CAN pone en evidencia la situación política y la competencia que se está produciendo continente.

A través del deporte podemos identificar la llamada Chinafrica, es decir, la expansión del capital e influencia china en África. Pekín ve en África uno de sus principales mercados, de ahí su inversión en infraestructuras por todo el continente. Un ejemplo de ello es la construcción de la sede de la Unión Africana en Adís Abeba.

Dentro de esta política a gran escala, el mundo del deporte no es una excepción y China practica la denominada «geopolítica de los estadios» una de las ramas del soft power tan característico en las relaciones que China tiene con los países del sur global. No pocos estadios que han albergado las últimas ediciones de la CAN, se han construido con capital chino: el estadio Alassane Ouattara en Costa de Marfil, el estadio de Angonjé, también conocido popularmente como estadio de la amistad sino-gabonesa o el estadio Omnisport de Bafoussam, en Camerún.

Desde un punto de vista interno de cada país, la CAN supone una oportunidad de construir nuevas infraestructuras que a la vez puedan generar puestos de trabajo y abrir nuevas vías económicas. La CAN de 2002 celebrada en Mali, sirvió para renovar el Aeropuerto de Bamako o la de 2021, con sede en Camerún, fue utilizada por el gobierno como excusa para realizar numerosas construcciones de carreteras (con capital chino otra vez). Asimismo, Gabón aprovechó las ediciones de 2012 (junto a Guinea Ecuatorial) y la de 2017 para lanzarse a la construcción de complejos hoteleros, urbanos y otro tipo de servicios.

En muchos casos, estas apuestas tienen también un reverso oscuro. Lo más frecuente es la emergencia de casos o sospechas de corrupción; en otros, los eventos no son sino un refuerzo de la imagen de los gobiernos a ojos internacionales que acaban por obviar cuestiones como el respeto a los Derechos Humanos o las persecuciones a la oposición política.

Sobre el futuro

Tras el triunfo de Costa de Marfil en la reciente edición, la próxima parada de la CAN será Marruecos en 2025 y posteriormente, la organización conjunta de Kenia, Uganda y Tanzania en 2027. La designación de las sedes no ha estado exenta de polémica.

En un principio, Guinea debía albergar el torneo tras renunciar como anfitrión en 2022 por el contexto político interno, pero la falta de confianza en las autoridades y la ausencia de infraestructuras han acabado por hacer caer la candidatura guineana. Para 2025, la competencia quedó entre Argelia y Marruecos. Tras la retirada formal de Argel, Marruecos fue designada como sede.

La última polémica tras la elección del país norteafricano, son las fechas en las que el torneo tendrá lugar. Está previsto que se celebre esta vez en verano y no en enero-febrero como es habitual. Una de las motivaciones de esta decisión puede ser la presión de los clubes europeos que se quejan de forma recurrente de la pérdida de sus jugadores por la celebración de un torneo en mitad de la temporada. Otro elemento a considerar son las nuevas competiciones ya que el nuevo formato de Mundial de clubes está previsto para el año que viene en la misma fecha. 

Un torneo con muchas implicaciones

Este torneo ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de las décadas. Desde el que se inauguró  en plena época colonial, que introdujo el propio deporte a escala continental, hasta la toma por parte de los africanos como reivindicación de su emancipación. 

Actualmente, la Copa de África, así como el fútbol africano en su conjunto está permeado por dinámicas neocoloniales y la falta de inversión han dado como resultado una fuga de talentos que se está tratando de revertir. Al mismo tiempo, los nuevos actores hegemónicos como China quieren poner su sello en el desarrollo de este tipo de eventos. 

Pero ante todo  y lo más importante, se trata de un gran escaparate donde el talento africano se muestra ante el mundo y da muestra del potencial que puede alcanzar si los medios destinados a potenciarlo se ponen a ello.

Referencias

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