En 2003, una rebelión iniciada contra el Gobierno de Sudán en Darfur motivada por la marginalización económica e inseguridad de la región derivó en un conflicto armado que provocó el desplazamiento de millones de personas y acabó con la vida de cientos de miles. La inacción por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas llevó a la recién creada Unión Africana a intervenir a través del envío de una misión de paz conocida como Misión de la Unión Africana en Sudán. La cual terminó evolucionando a una conjunta entre la organización africana y las Naciones Unidas: UNAMID (2007 – 2020), que conforma uno de los ejemplos más notables de colaboración entre las Naciones Unidas y una organización regional.

La aspiración panafricanista de construir una África integrada y políticamente unida se remonta a los procesos de descolonización iniciados a partir de la década de los 50 y ha sido adoptada como hoja de ruta por un amplio número de organismos intergubernamentales. Sin ir más lejos, en el Acta Fundacional de la Unión Africana (2000), y heredada de su predecesora Organización para la Unidad Africana, la integración política y socioeconómica del continente figura como uno de los objetivos principales de la organización. En este sentido, la libre circulación de personas se presenta como uno de los pilares fundamentales para alcanzar esta meta.