Cuéntame un poquito sobre ti. ¿Qué te ha llevado hasta donde estás hoy?
Yo nací en Guinea Ecuatorial y vine a España cuando tenía tres años. Hasta los 22, viví en España de manera permanente, yendo a visitar a mi madre en Guinea. En Madrid siempre nos hemos relacionado mucho con la comunidad ecuatoguineana y, desde pequeña,he sido consciente de que había unos factores en mi vida diferentes a los de mis paisanos: por la zona donde vivía, yo tenía muchas amistades españolas. Esto provocó que yo estuviese siempre muy integrada en el resto de la sociedad española, lo cual me ha favorecido y me ha ofrecido muchas oportunidades. No es lo mismo ser inmigrante y no conocer a nadie fuera de la comunidad, que estar alrededor de gente que lleva generaciones allí y está dentro del sector empresarial privado, el sector público, el mundo artístico… No perder mi identidad, mis costumbres, mis lenguas… me permitió estar más integrada en la sociedad española.
Cuéntame sobre vuestro bufete de abogados. ¿De dónde surge la idea de crear un “Black Garrigues”?
Tengo una mentalidad muy capitalista y empresarial: me interesa ver cómo funciona el dinero y cuáles son los mecanismos que mueven el mundo. Sin embargo, siempre he entendido que, si yo he tenido esa suerte y se me han ofrecido estas oportunidades, la mejor manera de emplearlas es entregar el mismo tipo de oportunidades a personas que lo tienen más difícil por el simple hecho de no haber podido salir de ciertos entornos o por estar en entornos en los que no han podido integrarse.
La realidad del sector jurídico siempre ha sido esta: si no entras en un buen despacho o no opositas, es bastante complicado acceder a un buen salario, a buenas condiciones laborales, o a tener visibilidad, incluso.
Mi idea de crear un “Black Garrigues” nace precisamente de entender cómo funciona el sector privado en España, de entender cómo funciona mi comunidad y de querer aunar estas dos cosas.
La idea es que las personas afrodescendientes que lleguen a ILENDE&Partners puedan entrar en ese pequeño ascensor social que les permita conseguir mejores oportunidades, visibilidad, conocer el mundo desde dentro…
La idea de crear el despacho nace pues, no solo para facilitar los trámites de extranjería, sino además para que ese asesoramiento jurídico pueda ser ofrecido por personas que tengan empatía hacia lo que los clientes están viviendo, personas a quienes no necesiten explicar o decir con vergüenza que se encuentran en una situación administrativa irregular.
En resumen, mi proyecto consiste en la dualidad de ofrecer un pequeño refugio a nuestros clientes y ser al mismo tiempo una lanzadera de talento escondido.
¿Talento escondido?
A menudo encuentro que las personas afrodescendientes tienen muchísimo potencial, pero está escondido. Me entristece porque muchas de ellas no solo sueñan con una vida mejor, si no que la necesitan. Toda persona que migra tiene siempre a su familia presente. Busco dar un poco de idealismo, de sueño a la realidad que se nos enfrenta. Por este motivo me atreví a llamar a nuestro despacho “Black Garrigues”.
De hecho, un día Antonio Garrigues Walker me llamó. Pensé que se habría molestado al ver que usaba el nombre de su empresa, pero no fue así en absoluto. Le dije: “Algún día le haremos la competencia a usted”, y él dijo: “No lo dudo”. Mucha gente piensa que es una broma, pero esto es por lo que yo voy a estar peleando los próximos años: por hacer de esto una realidad y que nos convirtamos en referentes. Espero que todo aquel quiera, sepa que vamos a ser un apoyo sobre el que puedan impulsarse.
Parece ser una rueda: tú estás formando a estas personas, estas personas van a salir formadas y energizadas, hasta ir ocupando los espacios con estos talentos ocultos latentes.
Efectivamente. Además, se trata de un talento muy especial: se trata de un talento con hambre. Hambre de luchar, de comerse el mundo, de dar a sus familias una vida mejor… Esto creo que lo tenemos muy claro los africanos: Découragement c’est pas afriquen, digo siempre.
Sin duda. Sin embargo, pensando en la vida como una carrera en la que, como comentas, las personas afrodescendientes en este caso, empezamos unos pasos más atrás… ¿Crees que es posible cambiar este punto de partida desventajado?
Cuando hablas con una persona española que ha crecido con recursos limitados, suele decir que, en la carrera, parte de menos dos. Asimismo, yo parto de menos diez: mi familia llega aquí sin ninguna referencia de dónde va a vivir, sin permiso de trabajo, a ciegas y con una incertidumbre inmensa.
Soy muy soñadora, pero intento ser todo lo realista que mi cabeza me permite. Observo el mundo a mi alrededor y creo que España es un país en el que el estado del bienestar, aunque tenga muchas fisuras y no sea perfecto, es un lugar al que gente como yo llega y puede soñar con locuras aparentes como crear un “Black Garrigues”. Pero cuando yo voy a Guinea y veo la realidad de allí pienso que una mujer que tenga una hija y sea madre soltera como era mi madre en España, por ejemplo, tiene mil veces más difícil hacer que su hija se desmarque del mismo futuro que ha vivido su madre. El acceso a una buena educación, un buen trabajo, crédito… es más complicado.
¿Qué crees que se puede hacer a nivel individual para intentar cambiar este punto de partida desventajado?
Salvo pocas reservas que el estado pueda ofrecer, no se puede hacer otra cosa que pelear. Los regalos raramente llegan y menos aún de la manera que deseamos. Para mí, al final queda un poco en el individualismo: qué quiero, cómo lo voy a hacer, puedo hacerlo, y pelear todos los días.
La migración hacia Europa y cómo ésta es percibida. ¿Qué opinas?
Recuerdo una encuesta de televisión de hace 20 años en la que se decía que la mayor preocupación de los españoles era la inmigración. Ahora, vemos muchos movimientos que tienden presumiblemente a abogar y defender los derechos de las personas que llegan. Al mismo tiempo, vemos que se está creando un absoluto rechazo hacia las personas que migran y se alimenta una sensación de miedo. Opino que la responsabilidad es tanto de la persona que recibe como de la persona que llega. Creo que el punto de partida debe ser siempre el respeto a la vida humana, a los derechos humanos.
Alguien me tiene que explicar cómo es posible que mi móvil sepa de qué humor estoy y que, a la vez, la administración tarde meses y meses en dar respuesta a los trámites administrativos.
A nivel europeo, ¿cómo crees que se está tratando la migración?
Mi visión de Europa es como de un lugar artificial. Aprendí que Suecia es el tercer exportador de armas del mundo. Sin embargo, cuando se produjeron las guerras de Iraq y Afganistán, abrieron las puertas a recibir a refugiados de los países. Esta recepción acaba siendo una forma de cubrir su conciencia. Reciben a las familias que tienen que huir del daño causado por las armas que venden. Luego, al recibirlas, se quejan de que las personas no se integran, de que se crean guetos, etc. Estas son las consecuencias colaterales cuando, por un lado, armas a los ejércitos que van a reventar esos lugares y, por otro, les quieres dar la bienvenida para limpiar tu imagen sin ni siquiera saber cómo vas a manejar la situación.
Al final son siempre los países del Sur de Europa a los que llegan las personas que migran hacia Europa. ¿Qué opinas sobre el pacto de Dublín?
Muchas personas en España temen a la migración africana, pero la realidad es que el destino de todas estas personas que llegan no es España. Lo que pasa en el Mediterráneo no lo pueden resolver los mejores cerebros, pero para abordar una realidad hay que saber qué es lo que pasa y también por qué llegan aquí. Las decisiones que se toman en Europa sobre nuestras vidas, las africanas, le repercute igualmente a Europa.
También asumo que nuestros gobiernos en África tienen gran parte de responsabilidad por permitir ciertos atropellos. Pero para resolver lo que ocurre en el Mediterráneo hay que mirar al Sur y ver qué es lo que están haciendo desde allí.
¿Cómo vives tu relación con el continente?
Es una relación muy profunda. Cuando acabé la carrera, empecé a trabajar en Guinea, en el sector petrolero. Siempre he soñado con volver a África y contribuir al cambio.
Mi idea con el despacho era seguir intentando ser parte de ese cambio, pero entendiendo que también puedo hacerlo desde fuera. Nunca pierdo de vista a Guinea, pero esta etapa de mi vida he preferido pasarla en España, formándome. Asimismo, si tengo la oportunidad de formar a abogados ecuatoguineanos que algún día volverán a Guinea, lo hago, capacitándoles para exportar ese talento de vuelta a su país, si así lo desean. De manera casi inconsciente, siempre voy a estar en África.
Crees que es una tendencia generalizada, ¿la de querer volver a las raíces?
Sí. El ser humano no es nada si no sabe de dónde viene. La literatura ha narrado siempre la vuelta a casa, hacia donde sientes tú que es tu casa. Un lugar que cuidas, proteges, con el que sueñas si estás lejos. No puedes desarraigar a una persona de sus raíces, y si eso pasa, como un árbol nos secamos. Yo creo que esa es la idea y la mentalidad de casi todos los inmigrantes: a nadie le gusta salir de su casa, dejar a su familia y llegar a un lugar nuevo solo. Creo que en muchas ocasiones soñamos con volver, volver triunfantes y compartir estos triunfos con los nuestros.
Imagino que, en tu trabajo, te encuentras a menudo con puertas cerradas. Como comentabas antes, se trata de pelear. ¿Es mucha frustración, tanto para los clientes como a nivel personal?
La realidad es que, todo lo contrario. Para mí, mi trabajo es una ilusión. Cuando yo me siento con una persona que acaba de llegar a España, les explico que posiblemente vayan a tener un primer mal año. Lo importante es que entiendan que se va a resolver. Estamos tratando con algo tan frágil como la vida humana, enfrentada a una administración pública.
Como abogada, eres el apoyo de las personas para quienes trabajas. Tienes que trasladarles la seguridad de que conoces cuál es tu trabajo, que vas a estar apoyándolas en el camino y peleando para que la administración responda y lo haga en plazo.
Entiendo. Además, el hecho de que seas tú, como persona que ha migrado, quien las apoye, debe tener un efecto muy especial en el acompañamiento.
Por supuesto. Como abogada, yo podría estar trabajando en el sector financiero, tratando con operaciones petroleras… Y estoy en un sector mucho “menos prestigioso” dentro del mundo de la abogacía como es la extranjería. Para mí, este ámbito me da una satisfacción personal que ninguna transacción millonaria en la que intervenga me dará jamás. La labor que hacemos es muy importante porque tiene un impacto directo en la vida de muchas personas. Ese es el mejor de los pagos para mí: su gratitud y la conclusión de su problema.
Entrevista editada por Paula Sancho.