Sudán esclata en un conflicto en medio del proceso de transición que se inició en 2019 tras treinta años de férrea dictadura. el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) han convertido las ciudades de Jartum, Merowe, Port Sudan o El Obeid en zonas de guerra, forzando a los civiles a encerrarse en sus casas a causa de los ataques y los disparos en las calles.
Los combates se iniciaron en Jartum el pasado sábado 15 de abril, a primera hora de la mañana, tras una escalada de tensiones entre el gobierno militar y los paramilitares de las FAR que se ha extendido varias semanas por las diferencias respecto al avance de la transición en Sudán. El punto de choque principal entre ambos grupos es la intención de incorporar a los paramilitares dentro de la estructura del ejército regular, algo a lo que los líderes de las FAR se oponen.
La situación ha ido escalando progresivamente. Pocos días antes del estallido de las hostilidades, el ejército advirtió la movilización de las FAR en Jartum y otras ciudades, con el consecuente riesgo para la seguridad nacional.
Finalmente, el 15 de abril de 2023 se iniciaban los combates. El detonante ha sido un ataque contra el cuartel general del Ejército en Jartum. Precisamente es en la capital donde se registra la mayor actividad y donde Ejército y FAR luchan por obtener el control de varios aeropuertos, incluido el aeropuerto internacional de la ciudad, el centro de transmisión de televisión y el distrito en el que se concentran los principales edificios administrativos de Jartum. El líder del país, Adbel Fatta Al-Burhan, ha calificado las acciones de las FAR como “un intento de golpe de Estado”.
Gobierno de transición y golpe de Estado de 2021
En 2018, unas protestas iniciadas por la subida del precio del pan dieron inicio a un proceso de cambio político en Sudán que se extiende hasta nuestros días. Las manifestaciones y el malestar generalizado de la población fueron creciendo y acabaron por provocar la caía del dictador Omar Al-Bashir.
Apenas unos meses después del comienzo de las protestas, en abril de 2019, los militares anuncian la detención y destitución de Omar Al-Bashir. De esta manera, se ponía fin a un gobierno autoritario y represivo que había dirigido el destino de Sudán desde 1989. Las mujeres y los jóvenes desempeñaron un papel fundamental en las protestas que llevaron al derrocamiento de Al-Bashir.
En un primer momento, el Ejército anunció la creación de un Consejo Militar de Transición (CMT) que reemplazaría a Al-Bashir. Sin embargo, la población demandaba un cambio real, es decir, un proceso que acabase por otorgar el poder a la sociedad civil y que la caída de Al-Bashir no significase la sustitución de un régimen por otro, este encabezado por los militares.
Durante las semanas posteriores al derrocamiento del dictador, la población protagonizó manifestaciones multitudinarias, las cuales fueron duramente reprimidas. Finalmente, ante la presión popular, en julio de 2019, civiles y militares acuerdan el establecimiento de sistema que permitía el reparto de poder y se inician negociaciones entre el ejército y las Fuerzas para la Libertad y el Cambio (FFC por sus siglas en inglés) para crear un Consejo Soberano. Este fue el nombre que se otorgó al gobierno de transición al cual se le encargó dirigir al país hacia un régimen democrático en un plazo de tres años.
En agosto, se forma el Consejo Soberano, un ejecutivo en el que tenían representación tanto militares como civiles. Presidido por el general Abdel Fattah Al-Burhan, quien había sido el líder del CMT, contaba también con una parte civil que quedó a cargo del economista Abdallah Hamdok, quien asumió las funciones del primer ministro.
Sin embargo, en octubre de 2021, el general Al-Burhan dio un golpe de Estado alegando la falta de entendimiento y las luchas internas, y proponiéndose “reconducir la Revolución”. Lo cierto es que el Consejo Soberano fue un ejecutivo inestable por la persistencia de afines a Al-Bashir, la incidencia de la pandemia, las dificultades económicas y la falta de entendimiento entre las partes. Además, este gobierno de transición tuvo que enfrentar un intento de golpe de Estado fallido y un infructuoso atentado contra la vida del primer ministro. Esto acabó por generar una brecha insalvable y dio argumentos a las Fuerzas Armadas para disolver el gobierno civil y tomar el control el país y apoderarse del proceso de transición.
Dos generales enfrentados por el poder en Sudán
Desde entonces, Al-Burhan y el ejército han asentado su posición de poder y el general está considerado como el líder de facto de Sudán. A pesar de ello, la población ha mantenido las aspiraciones democráticas y las manifestaciones en crítica por el lento avance del proceso de transición y la represión gubernamental se han sucedido. Tras meses de negociaciones, la sociedad civil organizada y los comandamentos militares firmaron un nuevo acuerdo de transición en diciembre de 2022, según el cual, se debía nombrar a un gobierno civil a principios del mes de abril de 2023. Asimismo, las negociaciones pretendían acelerar el proceso de reintegración de las fuerzas paramilitares y las milicias opositoras en el Ejército, tal y como se había acordado en 2020 en Juba. Sin embargo, el nombramiento de este gobierno no ha llegado a hacerse efectivo, tras ser pospuesto de manera indefinida por motivos de seguridad.
Es así como se llega a la situación actual: al enfrentamiento entre el ejército que respalda al general Al-Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Las FAR están dirigidas por general Mohamad Hamdan Dagalo, – más conocido como Hemedti- , el hombre más rico de Sudán. A través de la explotación de las minas de oro, ha conseguido consolidar un contingente militar heredero de las milicias que habían sido cómplices de los crímenes régimen del dictador Omar Al-Bashir.
Los dos generales, tanto Al-Burhan como Hemedti, han sido los principales protagonistas en los eventos que estamos contando. Fueron fundamentales en la caída de Al-Bashir, ocuparon los principales puestos de responsabilidad en la coalición con los civiles y estuvieron presentes en la firma de los acuerdos de Juba. Fueron ellos quienes lideraron el derrocamiento del gabinete civil y quienes ahora se disputan el poder en Sudán. Detrás de este choque están las aspiraciones de ambos a mantener sus respectivas posiciones de poder y jerarquía. Así tenemos una lucha personal por el dominio de Sudán entre dos aspirantes a hacerse con el control del país respaldados por amplios contingentes militares.
Los esfuerzos de mediación internacional
Ante esta situación, la respuesta de la Comunidad Internacional ha sido inmediata y unánime. Tanto la Liga Árabe, la Unión Africana o las Naciones Unidas, entre otras, así como los líderes de las potencias occidentales y regionales han instado a las partes a cesar los combates “de una manera que sirva a los intereses del pueblo sudanés«.
Desde el inicio de los enfrentamientos han surgido varias propuestas de mediación e iniciativas para poner fin a la violencia y tratar de reconducir el paso democrático en Sudán. Por un lado, el Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana condenó el domingo día 16 de abril, el enfrentamiento y solicitó un alto al fuego sin condiciones, seguido de una resolución pacífica del conflicto. En el texto la UA también se hace mención al marco del Mecanismo Trilateral, un grupo formado por la propia UA, la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD) y Naciones Unidas que vela por el avance la transición política en Sudán y que ha trabajado con el gobierno y los representantes civiles para llegar a cabo el ansiado cambio hacia un sistema democrático.
Con ello, la UA busca una respuesta “consolidada” y asumir un papel protagonista en la resolución de conflictos en el continente, aunque no ha presentado una propuesta firme todavía.
De la misma manera, los presidentes de Sudán del Sur, Salva Kiir; Yibuti, Ismail Omar Guelleh; y el de Kenia, William Ruto, tienen previsto desplazarse a Jartum cuando sea posible para ejercer como mediadores en el conflicto. Este grupo de negociación forma parte de las decisiones tomadas por la IGAD en su intento por evitar una crisis mayor que se extienda a otros países de la región.
También Egipto se ha ofrecido como mediador, y Arabia Saudita se ha volcado en el seguimiento de la situación. La intervención de los países de la península arábiga puede ser una de las claves a la hora de devolver a las partes a la mesa de negociación, por la ascendencia que Egipto o Arabia Saudita tienen sobre Sudán. La intervención diplomática ha logrado ya algunos éxitos parciales como el acuerdo de un alto al fuego de 24 horas declarado el martes 18, pero que no fue respetado por las partes.
Civiles atrapados y riesgo de crisis humanitaria
Así, los combates no han cesado y se teme que la prolongación del choque entre el ejército de Sudán y las FAR pueda derivar en una crisis humanitaria grave, incluso ya hay que habla abiertamente de una guerra civil. Aunque se han habilitado corredores humanitarios, muchos civiles permanecen en zonas de combate y la falta de seguridad ha llevado a algunas oenegés a suspender su actividad en el país. En total, cuatro trabajadores humanitarios han muerto.
La Unión de Médicos de Sudán ya ha advertido de que hay hospitales afectados y algunos comienzan a sufrir escasez de suministros, algo que se extiende a la población civil. Tanto el Comité Internacional de Cruz Roja (CICR) como la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertan que es casi imposible proporcionar servicios humanitarios en Jartum. Esto se debe a que los enfrentamientos en la capital se suscriben a zonas muy pobladas y debido a la intensidad de los combates han pasado a ser puntos de difícil acceso o donde la seguridad del personal humanitario y no beligerante no está garantizada.
Después de una semana de enfrentamiento, más de 400 personas han perdido la vida y el numero de heridos se sitúa por encima de los 3.500. A esto hay que sumar una gran cantidad de desplazados y civiles que huyen de las zonas de combate. Sin embargo, quedan muchos civiles atrapados en la capital y otras ciudades por la persistencia de los combates y el riesgo que supone salir de los domicilios. Muchas personas han optado por abandonar completamente el país, siendo los Estados vecinos (Egipto, Chad o Sudán del Sur) los principales los destinos de estos desplazados. Según ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, entre 10.000 y 20.000 refugiados han cruzado la frontera con Chad, a pesar de que el país anunció al inicio del conflicto el cierre de los pasos fronterizos desde Sudán.
A través de redes sociales, residentes de Jartum están compartiendo imágenes de combates en las calles, patrullas desplegadas y ataques aéreos. En declaraciones al diario británico The Guardian la activista y escritora Tagreed Abdin relata que los bombardeos son ahora la normalidad y que la población sudanesa “está atrapada” y “no tiene nada que ver con esto”.
Los testimonios que llegan de Sudán explican que la situación en las zonas urbanas es cada vez más complicada y los residentes enfrentan ya cortes en el suministro eléctrico, dificultades para acceder al agua o escasez de alimentos y combustible.
Tregua por el fin del Ramadán
Con motivo del Eid al-Fitr, la festividad que marca el fin del mes sagrado de Ramadán, se ha logrado consensuar una tregua de 72 horas, correspondiente con el fin de semana del 21 al 23 de abril. Este cese temporal de los combates, aunque no se ha respetado íntegramente, ha permitido a la población celebrar el final del mes sagrado y mantener las costumbres asociadas a esta festividad, aunque muchos han optado por aprovechar la celebración y huir de las zonas más castigadas por los combates. Igualmente, la suspensión de los enfrentamientos ha ha sido aprovechada por varios países para proceder a la evacuación del personal diplomático y los nacionales residentes en Sudán.
En ese sentido, España, Francia, Kenia, Reino Unido o los países del Golfo ya han repatriado a sus ciudadanos y son varios los Estados y organizaciones como la Unión Europea (UE) que tienen previsto actuar de la misma forma.
Entre llamamientos al cese de las hostilidades, los esfuerzos de mediación continúan. La voluntad general es poner fin a la violencia lo antes posible y evitar que el conflicto se extienda. En estos primeros instantes, la mediación internacional parece la única vía para solucionar el conflicto ya que las partes se niegan a dialogar o deponer las armas.
También jugará un papel importante la población civil que ha sido motor de cambio y dinamizador en otras situaciones similares. Fue la iniciativa ciudadana la que impulsó la caía del dictador y la que forzó al ejército a negociar un plan de transición. Las Fuerzas para la Libertad y el Cambio (FFC por sus siglas en inglés), una de las organizaciones civiles más importantes del país y firmante de algunos acuerdos clave de la transición, ha pedido a la Comunidad Internacional sanciones contra el ejército y los paramilitares. El rol que se le otorgue a esta y otras organizaciones civiles será clave para entender la evolución del conflicto y para lograr soluciones duraderas.
Las treguas logradas, aun sin haberse respetado en su totalidad, dejan claro que del éxito de los esfuerzos internacionales dependerá la magnitud del conflicto que enfrenta ahora mismo Sudán.