«Se dèbrouiller» en un mercado de Saint Louis (Senegal). Ródenas (2012)
Economía popular africana ¿Qué economía para qué África?
La historia del desarrollo económico y social en África contada por Mbuyi Kabunda nos deja algunas certezas y muchas preguntas, pero sobre todo abre caminos para entender la economía africana desde postulados africanos. Partiendo de cómo Kabunda (Wagbou et al., 2018) ha tratado la «economía popular», podemos empezar a comprender aquello que Latouche (2007) planteaba como «autogestión y apaño frente al mercado global» y que tantos africanos/as han descrito como «se débrouiller«. En ocasiones, esta economía popular ha sido denominada como “sector informal”, pero autoras como Abdelkrim-Chikh (2009) cuestionan que podamos llamar informal a un sector del que vive y trabaja la mayoría de la población, a la vez que otros como Maffesoli (2008) hablan de este sector popular como “lo impensado de la economía”. Es más, en muchos estudios se ha puesto de manifiesto que justamente son las mujeres empleadas o auto-empleadas en la economía popular las que forman entre un 70% y un 80% del total de esta población (Abdelkrim-Chikh, 2009). En este sentido, Bugnicourt (Abdelkrim-Chikh, 2009) ya puso de manifiesto en los años 70 que las dinámicas e iniciativas económicas de las mujeres podían constituir otra manera de hacer economía, que podrían ser “la otra palanca del desarrollo” (Enda Graf, Dakar). Y es que la economía de las mujeres produce bienes al mismo tiempo que relaciones, ya que las lógicas de reciprocidad [1] dominan muchos de sus intercambios (Rodenas, 2014a). Así, el primer desafío que podemos plantear es cómo aprovechar este potencial de la economía popular africana para fomentar un desarrollo económico sostenible.
Desafíos africanos en el desarrollo sostenible
En esta concepción africana de la economía popular, podemos ubicar las afirmaciones de Robredo Rubio (2020) sobre la necesidad de inversión, remesas [2] y recursos propios que tiene la economía africana. Una necesidad que Robredo contrapone a la ayuda para la cooperación que, en una línea más radical, otros autores han criticado como yugo de dependencia (Esteva, 1988). Según Robredo, el volumen de las remesas en muchos países africanos, igualan a la cantidad de la inversión extranjera. Pero lo más importante, el total de los recursos propios de los países africanos doblan en cantidad a la suma total de las remesas, más la inversión extranjera, más la ayuda a la cooperación. Por este motivo Robredo defiende la necesidad de movilizar recursos propios en el continente, a la vez que se aumenta la inversión extranjera.
Y es en este punto donde podemos enmarcar el segundo de los desafíos propuestos: se trata de aumentar la inversión extranjera de forma que no sea contraproducente para el fomento de los recursos propios del continente, ya que, como veíamos, hablamos de un sector económico muy importante anclado a la economía popular africana y liderado mayoritariamente por mujeres. Y aquí es donde las remesas juegan un papel clave en el desarrollo sostenible africano: analizar las remesas que la diáspora africana invierte en el continente a través de envíos materiales y sociales, de inversión económica, de proyectos de cooperación, etc., y cómo orientarlas para inyectar dinamismo a la economía popular africana y, de esta manera, movilizar los propios recursos del continente.
El papel de la diáspora africana: retos y oportunidades
Con estos objetivos en mente, vamos a unir estos dos vértices (economía popular y necesidad de inversión en, remesas y recursos propios), con la intervención de un tercero: la agencia híbrida que desarrolla la diáspora africana en Europa. Sani Ladan (Curso de Verano “La Puerta de África” Edición 2021) ha propuesto relacionar la diáspora y el desarrollo de África a través de tres contribuciones principalmente: la inversión en capital financiero a través del levantamiento de infraestructuras en origen; la cooperación descentralizada con, por ejemplo, el hermanamiento de asociaciones entre pueblos de origen y destino; y, por último, la provisión de capital humano y social, ya que parte de la diáspora regresa al continente con formación y experiencia. Ladan utiliza datos del Banco Mundial para subrayar la importancia de las remesas, puesto que desde 2019 el volumen de las remesas supera la ayuda al desarrollo y la inversión de empresas extranjeras, tal y como Robredo también señalaba. Según datos
del Banco Mundial (2021), las remesas han sufrido un crecimiento del 50% desde 2010, y ha supuesto un impacto muy positivo en el PIB en algunos países como Egipto, Nigeria, Mali, Senegal y otros. Específicamente, sólo en 2021 el aumento de remesas en África del Sur aumentó en un 6.2% [3].
En el caso de la diáspora africana, su participación en relaciones transnacionales envueltas en obligaciones de reciprocidad, ha significado en muchos casos su implicación en el envío de remesas y en la realización de proyectos de desarrollo llevados a cabo desde las asociaciones de inmigrantes (Rodenas, 2014b). Si pensamos en la diáspora como parte del continente africano, y no como una población que actúa desde fuera de él, podemos entender cómo las asociaciones de inmigrantes se nutren de vínculos muy fuertes con los lugares de origen, teniendo en cuenta las necesidades, dinámicas y opiniones de las comunidades a las que van dirigidas sus proyectos. En muchas ocasiones son las propias comunidades de origen quienes deciden qué hacer y qué no hacer, y justamente por esta razón debemos entender estos procesos como un desarrollo sostenible desde y para África liderados por la diáspora africana.
De esta manera, el tercero de los desafíos se encuentra en fomentar y visibilizar los proyectos de desarrollo llevados a cabo por las asociaciones de inmigrantes y reconocerlos como elementos de desarrollo económico sostenible, ya que van dirigidas justamente a satisfacer a las propias necesidades de las comunidades de origen respetando la idiosincrasia propia del sector popular africano, a la vez que contemplan el respeto y cuidado del ecosistema y sus efectos en el medio ambiente. Sin embargo, a la vez, se debe evitar una excesiva dependencia de las remesas, por su vulnerabilidad, ya que se ven afectadas por multitud de factores (como, por ejemplo, el descenso de envío de remesas que ha supuesto la pandemia por Covid-19). Como veremos a continuación, no podemos entender exclusivamente las remesas como «panacea del desarrollo» (de Haas, 2010).
Conclusiones: pensar la diáspora africana como agentes de desarrollo
En este escenario, nuestra propuesta se enmarca en contemplar a la diáspora como agentes de desarrollo que, a través de sus remesas y de sus proyectos de desarrollo implementados en origen, pueden cumplir los objetivos que hemos ido viendo a lo largo de este trabajo y abordar los desafíos que suponen el desarrollo económico sostenible para el continente africano: aumentar la inversión extranjera (remesas y emprendedores/as financiados por la diáspora), la implementación de infraestructuras (a través de proyectos de codesarrollo implementados por asociaciones de inmigrantes), el dinamismo de la economía popular africana (financiando la economía popular a través de negocios familiares, así como emprendedores/as) y la movilización de recursos económicos y humanos propios dentro del continente (inyectando capital y dinamizando tanto la economía formalcomo la popular en los mercados africanos, a la vez que fomentar la educación en el continente). Los debates en torno a las remesas y el desarrollo se han enmarcado en paradigmas teóricos más generales sobre migración y desarrollo, que han oscilado entre el pesimismo y el optimismo, desde los años 50 a nuestros días (de Haas, 2010). De esta manera, desde la indiferencia hacia las remesas en un primer momento, se ha pasado a su consideración como estimuladoras del crecimiento, y hasta, posteriormente, contemplarlas como fuente de improductividad y de efectos perversos (dependencia, aumento de desigualdades, etc.), o, al contrario, remarcando sus efectos positivos para reducir la pobreza, todo ello en función de la perspectiva teórica con la que se analicen en cada momento (de Haas, 2010). Si bien partimos de la base de que las remesas no constituyen “la panacea del desarrollo”, ya que el rol positivo de las remesas en los individuos, sus familias o sus comunidades no resuelve los problemas más estructurales (de Haas, 2010), hemos de considerar las evidencias que subrayan su rol positivo en la reducción de los niveles de pobreza, ya que “la persona que recibe una remesa, digamos de 200 dólares, es justo 200 dólares menos pobre que antes de recibirla” (Moré, 2005:98-99). En el mismo sentido los proyectos de cooperación llevados a cabo por las asociaciones de inmigrantes en la diáspora, también deben ser contemplados como una forma de desarrollo sostenible desde y para África, dirigidos a cumplir los objetivos y a afrontar los desafíos que se han ido subrayando en las líneas anteriores.
Artículo editado por Ada Okenve Obiang.
Referencias
Abdelkrim-Chikh, R. (2009) La economía de las mujeres, la economía de la vida. En E. Molina y N. San Miguel (coords) Buenas prácticas en derechos humanos de las mujeres. África y América Latina (pp. 77-89), Madrid: UAM ediciones
De Haas, H. (2010) Migration and development: a theoretical perspective, International Migration Review, 44 (1), 227-264.
Esteva G. (1988) Detener la ayuda y el desarrollo: una respuesta al hambre. En AAVV, Carencia alimentaria. Una perspectiva antropológica, Serbal/UNESCO, Barcelona.
Latouche, S. (2007) La otra África. Autogestión y apaño frente al mercado global, Barcelona: Oozebap
Levitt, Peggy (1998) Social remittances: migration driven local-level forms of cultural diffusion, International Migration Review, 32(4), 926-948
Maffesoli, M. (2008) Après la modernité? La logique de la domination, la violence totalitaire, la conquête du présent. Paris: CNRS Editions
Mauss, M. (1979) Ensayo sobre los dones. Motivo y forma del cambio en las sociedades primitivas. En Ibíd., Sociología y Antropología (pp. 153-263), Madrid: Editorial Tecnos
Moré, I. (2005) Las remesas de los inmigrantes y su contribución al desarrollo. En VVAA, Codesarrollo: migraciones y desarrollo mundial (pp. 95-121), Madrid: Cideal
Polanyi, K. (1944) La gran transformación. Crítica del liberalismo económico, [.pdf]
Rodenas Cerezo, B. (2014a) Redes, matrimonio y agencia. Mujeres transnacionales entre Valencia y Senegal. Tesis Doctoral cum laude. Universidad Miguel Hernández
Rodenas Cerezo, B. (2014b) Gender, co-development and transnational integration between two shores: Senegal and Valencia. International Conference Transnationalism, Gender and Migration. The Intersectional Challenges of Social Mobility. Tenerife.
Robredo Rubio, R. (2020) Política de España en África y de África en España: resultados e incógnitas, África hoy: Oportunidad o amenaza, 325-342
Wagbou, M., Kabunda, M. y Tshibambe, N. (2018) Estado moderno, integración regional y desarrollo en África. Propuestas para una nueva agenda política y económica, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia
[1] Polanyi (1944) utilizó el concepto de reciprocidad para hacer un análisis histórico de los diferentes tipos de sistemas económicos que habían existido hasta que el principio de mercado se impuso de manera hegemónica. Mauss (1979) analizó tres momentos en la relación de intercambio: la obligación de dar, la obligación de recibir y la obligación de devolver, que actúan bajo una forma desinteresada y obligatoria al mismo tiempo. Esta lógica de reciprocidad explica el funcionamiento de los intercambios materiales y/o simbólicos dentro de los campos sociales transnacionales africanos que vamos a analizar (Rodenas, 2014a).
[2] Levitt (1998) puso de manifiesto que las remesas no sólo incluían intercambios -multidireccionales- monetarios, sino que era necesario contemplar también lo que ella bautizó como remesas sociales: Ideas, valores y creencias; sistemas de prácticas; y capital social.
[3] https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2021/11/17/remittance-flows-register-robust-7-3-percent-growth-in-2021