Protección del patrimonio, cooperación internacional y derechos humanos

Los derechos humanos son la base para la conservación del patrimonio cultural inmaterial en regiones empobrecidas, solo conservando el contexto se podrá conservar la tradición de una forma eficaz.

Busowobi (Iganga District), verano de 2019 (Fuente: Emilio J. Puime Caride)

El presente artículo se centrará en entender la relación existente entre la protección del patrimonio cultural, la cooperación internacional y los derechos humanos, así como la necesidad de que estas tres áreas funcionen como un bloque. A partir de lo anterior, se presentará un caso práctico sobre la tribu Basoga, en el sudeste de Uganda, para comprender cómo estos tres conceptos coexisten y establecen relaciones que se retroalimentan. Además, se verá como la mejora de alguno de estos elementos puede implicar también la mejora de los otros, generándose un triángulo de relaciones que funciona en cualquiera de los sentidos que se planteen.

La relación entre la cooperación internacional y los derechos humanos está más que probada, pues no se entiende una cooperación internacional que no sea garantista de los derechos humanos. Reducir la pobreza, asegurar el suministro de agua, la búsqueda de una mejora en la educación, o trabajar para conseguir unas condiciones de vida dignas constituyen derechos humanos que, a menudo, también son objetivos de la cooperación internacional. Sin embargo, la protección del patrimonio cultural tiene un matiz diferente. Se trata de un concepto amplio y para el que podría haber diferentes definiciones en diferentes contextos, pues nunca hay una sola forma adecuada de proteger o conservar un cierto patrimonio cultural. Sin querer entrar en el debate sobre la ética de la conservación, este artículo se centra en las opciones que se presentan para su salvaguarda en regiones empobrecidas, especialmente en el patrimonio cultural inmaterial: idioma, música, literatura oral o baile entre otras.

La conservación del patrimonio cultural inmaterial está íntimamente ligada a la conservación de las tradiciones. Justamente esto puede suponer un problema, pues la tradición es algo vivo, que cada generación aprende de sus ancestros y posteriormente adapta esas enseñanzas a su modo de vida. No obstante, en el caso de África los modos de vida han cambiado mucho en muy poco tiempo en los últimos años. El profesor Mbuyi Kabunda explica como África sufrió un gran desarrollo económico desde la segunda mitad del siglo XX. Este desarrollo vino principalmente de la mano de países externos como China o Brasil, interesados en la mejora de la capacidad económica de los africanos (Kabunda, 2019: 50). Esto ha generado una gran brecha en el uso de las tradiciones, que también ha provocado un cambio en el patrimonio cultural inmaterial del continente. Cuando los cambios sociales son demasiado rápidos, la tradición podría no ser capaz de adaptarse y, por lo tanto, transformarse en memoria y quedarse en el pasado.

El debate sobre los efectos positivos o negativos de la globalización es intenso (Held & McGrew, 2007: 1-24). África es un crisol de culturas, de idiomas y de músicas. En distancias de apenas unos kilómetros podemos encontrar un idioma con variaciones dialectales y músicas tradicionales que  son sensiblemente diferentes. Algo que no sorprende si se tiene en cuenta que, por ejemplo, solo en Tanzania hay más de 120 grupos étnicos diferentes. ¿Qué sucede si la globalización uniformiza todas esas pequeñas diferencias? Para el filósofo y sociólogo Ezequiel Ander-Egg es sencillo, la homogeneización de la cultura  eliminará los rasgos que les hacen diferentes, además que esa homogeneización no será entre iguales, pues será una cultura dominada la que imponga su criterio para la homogeneización. La pérdida de los usos y costumbres de un pueblo está asociada la pérdida de los espacios de representación para las diferentes muestras culturales. Pero ¿qué ocurriría si la cooperación internacional pudiera ayudar a sobrevivir a los núcleos rurales donde estas muestras culturales todavía viven? La utilización de cualquiera de las modalidades e instrumentos de la cooperación internacional, podría permitirla supervivencia de estas culturas, y, de esta forma, la pérdida de espacios de representación para la cultura popular sería menor. Es así donde se ve la clara necesidad de articulación entre la cooperación internacional como instrumento para la protección del patrimonio cultural y, por ende, se consigue la protección de los derechos humanos de las poblaciones más vulnerables.

Desde este punto de vista, la propuesta de este artículo es hacer de la conservación de las tradiciones un agente de cambio. La lucha por la pervivencia de la sabiduría se convertiría en motor para estimular la lucha por los derechos humanos (DDHH)), algo que, al mismo tiempo, ayudaría a la consecución de compromisos internacionales como la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que esta establece.

Partiendo de un ejemplo práctico se expondrá un ejemplo claro de como la protección del patrimonio cultural inmaterial en ciertas regiones empobrecidas necesita de la cooperación internacional para que se garantice el cumplimiento de los derechos humanos. El ejemplo presentado es la tribu1 Basoga, en el suroeste de Uganda, en la costa del lago Victoria.

La cultura Basoga sufre actualmente dos amenazas claras. Por un lado, la globalización que acecha a toda África, con sus cambios económicos excesivamente rápidos, el éxodo rural y la occidentalización de los medios de vida. Es un crecimiento tan sumamente rápido que África no puede construir su propia forma de crecer, sino que copia la de occidente con mayor o menor fortuna.

Por otro lado, se la considera una cultura minorizada por estar fuertemente a la influencia de la cultura Baganda, pese a no ser minoritaria. La tribu Baganda es la más representada y  fuerte culturalmente del país. Uganda es un estado fuertemente centralizado en el que la tribu Baganda ejerce una fuerte presión sobre el resto de las culturas, y las que más sufren esa presión son las culturas limítrofes, entre ellas la cultura Basoga. Concretamentela región de Soga y la de Ganda2 se sitúan contiguas, por lo que sus culturas son similares. Entre el Lusoga y el Luganda3, que son los idiomas de cada tribu, existen bastantes similitudes hasta el punto de que un hablante de un idioma puede entender el otro. En la música esas mismas similitudes también se pueden encontrar, donde las diferencias en los instrumentos y en el baile son escasas. Aunque son diferencias mínimas, no dejan de ser diferencias que constituyen culturas distintas. Durante el trabajo de campo, se entrevistó a músicos perfectamente formados que hicieron constar esta diferencia (Puime, 2019).

Teniendo claras estas dificultades que tiene el pueblo Basoga, la conservación del patrimonio cultural inmaterial podría convertirse en un agente de cambio para revitalizar la vida en los entornos rurales, más empobrecidos y con unas condiciones de vida más duras, agravadas por las malas comunicaciones y la falta de servicios (sanidad, educación, etc.).

Con el objetivo de conservar ese patrimonio cultural inmaterial, deben garantizarse condiciones de vida que permitan a la gente de una determinada cultura continuar viviendo como así lo deseen. Claro está que dichas culturas deben adoptar las modernidades y las condiciones propias del siglo XXI como fruto del desarrollo natural de las sociedades, pero esto debiera realizarse de una forma orgánica, respetuosa con los medios de vida tradicionales, y siempre asegurando que se cumplan los derechos humanos. Desde ese punto de vista, la cooperación internacional que pretenda contribuir a la conservación del patrimonio cultural inmaterial de alguna manera estará contribuyendo de manera directa  al cumplimiento de los derechos humanos en una cierta región, garantizando el contexto en el que una muestra cultural se venía manifestando.

En conclusión, no se pretende que la población viva como hace cien años, pero se puede reforzar su sentimiento de pertenencia a una tierra, aumentar su etnicidad, y, por supuesto, mejorar sus condiciones de vida. Si esto sucede, será porque la cooperación internacional, el cumplimiento de los derechos humanos y la protección del patrimonio cultural inmaterial consiguen trabajar juntos por un objetivo común.

Artículo editado por Alicia Tortosa.

Referencias 

Ander, E. (2005). El proceso de globalización en la cultura. Patrimonio Cultural y Turismo, 13, 143–164. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México D.F. extraído el 10/02/2021 desde: https://www.cultura.gob.mx/turismocultural/cuadernos/pdf13/articulo14.pdf

Dewey, M. (2003). La transformación de la tradición. Consideraciones relativas a la persistencia del fenómeno religioso a partir de la teoría (No. 9). Facultad de Ciencias Sociales, Universidad del Salvador. Extraído el 8/01/2021 desde: http://csoc.usal.edu.ar/archivos/csoc/docs/idicso-sdti009.pdf

FIIAPP. (2016). Los derechos humanos y la cooperación. Estraído el 10/01/2022 desde: https://www.fiiapp.org/cooperacion-internacional-derechos-humanos-cooperacion-al-desarrollo/

Held, D., & McGrew, A. (2007). Globalization / anti-globalization. Beyond the great divide. Polity Press. Cambridge.

Kabunda Badi, M. (2019). África en la agenda de los nuevos socios emergentes ¿complementariedad o alternativa? En Informe África: Dinámicas transfronterizas en un contexto globalizado. Fundación Alternativas. Madrid.

Puime Caride, E. J. (2019). La música basoga. Estudio de los tambores y los ritmos de percusión. Conservatorio Superior de Música de Vigo.


1El autor pudo realizar un trabajo de campo en la región como cooperante y etnomusicólogo. Durante las visitas a realizar trabajo de campo en esta región desde 2015 a 2019, el pueblo Basoga se refería a si mismo como tribu, por lo que para hablar de ellos se usará la misma palabra, libre de todas las connotaciones colonialistas que pueda tener. Podría decirse también pueblo, o grupo étnico.

2Soga es la región donde vive la tribu Basoga, mientras que Ganda es la región donde vive la tribu Baganda. Es una demarcación cultural, pues las regiones políticas no coinciden con las regiones culturales.

3Lusoga es el idioma de los Basoga y Luganda es el idioma de los Baganda.

Emilio J. Puime Caride

Licenciado en trombón y etnomusicología, con una máster en valoración, conservación y gestión del patrimonio. Cooperante internacional y fundador de la ONG Destino Uganda. Actualmente investigando en el campo de la etnomusicología y la cooperación internacional.

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