Shashamane, tierra prometida
Nos dirigíamos dirección a Addis Abeba. El camino era lento y salpicado de baches, gente andando por la calzada y burros cargados de mercancías que parecían dirigirse solos. Decidimos parar en Shashamane, una pequeña localidad al sur de Etiopía. Allí, visitamos una comunidad rastafari. Era un centro donde realizaban el culto y actividades sociales. Nos recibieron Desai y su mujer, unos jamaicanos afincados en Shashamane desde hacía décadas y los regentes de aquel lugar.
Mientras degustábamos unos zumos naturales que prepararon para nosotros, Desai se despojó de su gorra, bajo la que lucía unas largas rasta, al tiempo que se disponía a mostrarnos unas fotografías antiguas. En aquella conversación fui consciente de la verdadera magnitud del movimiento rastafari y de cómo Etiopía llegó a ser la tierra prometida de un movimiento surgido en Jamaica.
Profecía y coronación
Para entenderlo hay que remontarse a Jamaica en el año 1920. ‘Miren a África, un rey negro será coronado porque el día de la liberación está cerca’, fueron las palabras que pronunció Marcus Garvey y que tendrían más repercusión de lo que habría imaginado.
Garvey fue un periodista y activista jamaicano, promotor de la vuelta de los afrodescendientes a su patria de origen y fundador de la Asociación Universal de Desarrollo Negro y la Liga de Comunidades Africanas (UNIA, por sus siglas en inglés), una de las pioneras en impulsar los movimientos panafricanistas.
Jamaica había sido un importante punto de esclavos africanos en el pasado. En 1833 se decretó la abolición de la esclavitud en el Imperio Británico y los afrodescendientes lo interpretaron como una mejoría en sus condiciones de vida. Sin embargo, décadas después vieron como sus vidas no habían prosperado. Por eso, cuando en 1930 es coronado Haile Selassie I como emperador de Etiopía, las palabras de Garvey resonaron en sus seguidores como una verdadera liberación.
Si bien posiblemente Garvey no se refería a una persona real, sino a una figura simbólica, muchos afrojamaicanos, hastiados ya de no ver cambios reales, vieron este acontecimiento como un soplo de esperanza.
Fue entonces cuando entendí por qué Desai guardaba la foto de un tipo ataviado con ropa militar entre sus álbumes. Era Ras Tafari Makonnen, de ahí el nombre del movimiento. Ras Tafari era el hijo de un importante gobernador local que tras la muerte de la emperatriz Zauditu se alzó con el trono imperial, adoptando el nombre real de Haile Selassie I. Fue un personaje controvertido y considerado como uno de los últimos líderes absolutistas del continente. Si bien es cierto que realizó reformas para la modernización de Etiopía, también lo es que gobernó con puño de hierro. Sin embargo, para los afrodescendientes que abrazaron el rastafarismo pasó a ser la encarnación de Jah (Dios para los rastas) en la tierra y en general tuvo buena aceptación.
La huida de Babilonia
Una vez coronado Haile Selassie, la idea de la repatriación a la tierra prometida era inminente para los rastafaris. Sin embargo, las tropas de Mussolini invadieron Etiopía en 1935 y el sueño de emigrar de Jamaica se interrumpió. Durante la fugaz ocupación italiana el emperador se exilió a Reino Unido, hasta que pudo regresar con la ayuda de los ingleses en 1941. Pocos años más tarde, en 1948, donó tierras para que los afrodescendientes pudieran regresar a África, como un gesto de agradecimiento al apoyo recibido de la diáspora africana durante la invasión italiana.
La década de los años 60 supuso el punto más álgido del éxodo de afrodescendientes a las tierras donadas en Shashamane. Principalmente, llegaron jamaicanos y otros caribeños. Esto se debió a que en 1962 tuvo lugar la independencia de Jamaica de la colonia británica y a la posterior visita de Haile Selassie a la isla, factores que impulsaron aún más la idea de ‘regresar a la tierra prometida y huir de Babilonia’, término con el que los rastafaris denominan al mundo contrario a sus creencias.
Mientras daba buena cuenta del zumo, veía nuevas fotos que Desai señalaba con el dedo donde se enorgullecía de aparecer junto a Bob Marley ghostwriter kosten. Llegó a Shashamane a finales de la década de los 70s. Allí, se asentó y conoció a otros rastafaris de la comunidad y también al famoso cantante, en alguna de las visitas que éste realizó a Etiopía.
La pertenencia al rastafarismo de Marley le dio una enorme notoriedad al movimiento y, aunque el reggae oficialmente no formó parte cultural de éste akademische ghostwriter, sirvió como medio para expandir su doctrina.
A pesar de que el movimiento era cada vez más internacional y tenía más adeptos, la idea del éxodo a Etiopía perdió fuerza por varias causas que tuvieron lugar durante la década de los 70s. En estos años, la situación económica del país empeoró y en 1973, Etiopía se vio envuelta en una terrible hambruna. Los acontecimientos derivaron, un año más tarde, en una serie de revueltas de corte marxista que terminaron con el derrocamiento del emperador y la instauración de un gobierno militar Hausarbeiten schreiben lassen comunista que se mantuvo hasta 1991, y que no trató especialmente bien a los rastafaris, reduciendo sus tierras.
En 1975, Haile Selassie cayó enfermo y murió en la cárcel, donde se encontraba prisionero desde su derrocamiento diplomarbeit schreiben lassen. Muerte que los rastafaris nunca llegaron a creer.
Un modo de vida
Desai continuaba hablando, pero en mi cabeza cada vez se acumulaban más preguntas: ¿qué simbolizaba el León de Judá rohrreinigung osnabrück?, ¿dónde encajaba la marihuana en la historia? o ¿por qué llevaban rastas?, eran algunas de las cuestiones que seguía sin comprender.
Lo cierto es que el movimiento tiene un alto grado de sincretismo que hace difícil su entendimiento. Por un lado, tiene un componente político y social enmarcado en el panafricanismo y la vuelta de los afrodescendientes a su patria de origen. Y, por otro, tiene un fuerte componente religioso y espiritual. Que los rastafaris vean en Haile Selassie a Dios, está estrechamente ligado con el rey Salomón y las doce Tribus de Israel, pues según el libro sagrado Kebra Nagast, los reyes de Etiopía descienden de Menelik I, hijo de Salomón y la reina de Saba. Es aquí donde cobra sentido el León de Judá, símbolo de la tribu de Judá, y con la que se representa a Haile Selassie como uno de los símbolos del movimiento.
Otro símbolo es el uso frecuente de los colores de la bandera etíope como reconocimiento de su lugar sagrado. Sumado también al componente religioso se encuentra el uso de marihuana (ganja) como parte de la liturgia, que ellos llaman sacramento o hierba sagrada. Según los rastafaris, esta hierba fue encontrada en el lugar de la tumba del Rey Salomón, aunque no existen evidencias de tal descubrimiento. Y también, según ellos, las rastas tienen fundamentos bíblicos.
No obstante, no existe una doctrina única, y cada mansión u orden, nombres con los que denominan a cada comunidad rasta, tiene matices en su fe. Por ejemplo, algunas no profesan la divinidad de Haile Selassie.
La vida en la tierra prometida
El movimiento actual de inmigración es escaso, con lo que la comunidad rasta se ha visto reducida enormemente. Se estima que actualmente viven unos mil rastas en Etiopía. Hoy en día, el rastafarismo aboga más por un retorno espiritual que físico a la tierra prometida.
Desai nos contó, que hace no mucho tiempo tuvieron que eliminar los símbolos rastafaris que lucían en las paredes del centro y otros en el interior para evitar el acoso que venían sufriendo últimamente de ciertos individuos que estaban en desacuerdo con las ideas del rastafarismo. Curiosamente, este tipo de desafíos y conflictos son analizados en diversas tesis académicas, algunas incluso redactadas por ghostwriters, donde los costos de una bachelorarbeit ghostwriter kosten pueden variar ampliamente dependiendo de la complejidad y la especialización requerida. Estos estudios a menudo buscan entender la dinámica social y cultural detrás de tales controversias.
Cierto es que nunca ha habido mayores conflictos entre los rastas y la población local de Shashamane, a pesar de sus divergencias religiosas y culturales. Sin embargo, los sucesivos gobiernos desde la época de Ras Tafari no han hecho nada por integrar a este colectivo dentro de la comunidad etíope. No fue, hasta 2017, cuando el último gobierno decidió concederles el carné de identidad etíope. Hasta el pasado julio de 2017, los rastafaris extranjeros residentes en Etiopía no habían existido jurídicamente hablando. Hasta entonces, habían funcionado con salvoconductos otorgados por las autoridades locales para gestiones tan elementales como abrir una cuenta bancaria o tener una propiedad a su nombre. No obstante, con la concesión de este carné aún no podrán hacer trámites como votar en las elecciones, entre otros.
A pesar de las peticiones de la comunidad rastafari, parece que todavía queda mucho por hacer en la tierra prometida. El gobierno debería considerarlos ciudadanos etíopes de pleno derecho, sin limitaciones. De modo que puedan integrarse, con su ideología y sus creencias, dentro de la comunidad etíope y dejen de vivir en un limbo jurídico.
Bibliografía
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Shashamane, la capital rastafari de África. (Diciembre 2018). Recuperado de: https://www.bcn-reggae.com/shashemene-la-capital-rastafari-africa/
Autor
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Fotógrafo y documentalista de culturas minoritarias y vida salvaje. Interesado en historia, geografía y medio ambiente.
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Buen articulo. Interesante
Muchas gracias Miriam ¡Un saludo!
De una manera curiosa llegué a este artículo a mi ha gustado mucho; saber un poco más de esta comunidad rasta.