África se enfrenta a la escasez crítica de suministros médicos. Faltan equipos de protección personal, máscaras y guantes, gafas, sábanas, ventiladores terapéuticos y equipos de pruebas, sin mencionar el escaso número de hospitales totalmente equipados, la falta de trabajadores sanitarios profesionales y la ausencia de recursos adecuados para identificar a aquellos que han estado en contacto con infectados o desplegar equipos de emergencia en las zonas rurales más pobres del continente.
Cuando se detectaron el primer centenar de casos, Nigeria, – el país más poblado de África, con 200 millones de habitantes y una elevada densidad de población, – disponía de menos de 500 ventiladores y Senegal de solo 30 camas de UCI. Gambia tiene un único hospital – privado – capaz de realizar la prueba del Covid-19 para una población de 2 millones de personas y Sierra Leona alrededor de 13 ventiladores para una población de 7,9 millones.
Otro factor es la excesiva dependencia de África de la ayuda exterior. Más de 28 países dependen de la ayuda alimentaria, más del 40% vive sin agua potable ni acceso a un saneamiento adecuado y casi el 94% de todos los productos farmacéuticos son importados. Estos problemas sociales plantean un desafío de enormes proporciones para combatir las enfermedades respiratorias.
Según un informe de 2014, África recibe más de 133.700 millones de dólares anuales de los paquetes de ayuda oficial que, simultáneamente, generan 191.900 millones de dólares por concepto de reembolsos de deuda y préstamos. Por lo tanto, incluso una posible renuncia a los 50.000 millones de dólares de los pagos de la deuda de África este año por parte de los accionistas del FMI y el Banco Mundial, todavía deja al continente necesitando más de 44.000 millones de dólares para luchar contra la pandemia Covid-19.
La politización del coronavirus también sirve para causar más daño a los países en vías de desarrollo. Estados Unidos, uno de los mayores contribuyentes a la OMS, suspendió recientemente la financiación de la organización. El presidente Donald Trump acusó al organismo de salud de las Naciones Unidas de estar «muy centrado en China». Esto significa que la organismo podría verse obligado a reducir el apoyo financiero.
No obstante, África puede consolarse con el hecho de que tiene más experiencia en la lucha contra las epidemias que sus homólogos. Con más de cuarenta y dos años de contener varios brotes del virus del Ébola. Aunque el 40% de la población urbana sigue concentrada en barrios marginales superpoblados y asentamientos no planificados donde muchas personas también son vulnerables a otras enfermedades transmisibles como la poliomielitis, el VIH/SIDA, el cólera, etc. Uno de esos casos es el de la República del Níger, donde se informó de un nuevo brote de poliomielitis después de que se suspendiera la vacunación debido a la pandemia de coronavirus.
La situación es bastante sombría en todo el continente africano. Algunas regiones de África oriental se enfrentan a un brote de langosta que actualmente está destruyendo alimentos. En el África meridional y occidental hay una grave sequía. Además la dependencia del continente de los productos básicos es motivo de gran preocupación ya que los precios de los productos básicos están subiendo en picado.
En ausencia total de medidas e intervenciones adecuadas, África podría sufrir 1.200 millones de infecciones, 2,3 millones de hospitalizaciones y 3,3 millones de muertes si se convierte en un nuevo epicentro, según un estudio de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África. En el próximo artículo hablaremos sobre las consecuencias del confinamiento, otro de los retos a los que se enfrenta el continente.
Traducción del inglés por Viviane Ogou Corbi