África y las fronteras coloniales: Nigeria y Camerún en Bankassi

La conferencia de Berlín en 1884-1885 legitimó e inició la repartición de África siguiendo los estudios cartográficos de las potencias europeas coloniales, cuyo foco era únicamente el control de la tierra. Hoy, la población de la península de Bakassi, situada en el Golfo de Guinea, sufre las consecuencias de los tratados internacionales.

Fuente: David Hecht/IRIN

Nosotros [los británicos y franceses] hemos estado ocupados dibujando líneas en mapas de territorios que los hombres blancos nunca han pisado; hemos estado repartiendo montañas y ríos y lagos los unos a los otros, solo obstaculizados por el hecho de que nunca supimos exactamente dónde se encontraban esas montañas, esos ríos y esos lagos” – Lord Salisbury, Convención Anglo-francesa sobre la frontera de Níger-Nigeria, 1906.

Fuente: Wilson Center – Africa Up Close, 2017

La conferencia de Berlín en 1884-1885 legitimó e inició la repartición de África siguiendo los estudios cartográficos de las potencias europeas coloniales, cuyo foco era únicamente el control de la tierra. En ningún momento se consideraron, durante el proceso, las consecuencias que la repartición tendría para los distintos grupos étnicos africanos. Por eso, mientras que en la mayoría de los países en el mundo las fronteras nacionales se corresponden con herencias lingüísticas, étnicas y, en ocasiones, religiosas, para comprender el continente africano es importante entender que este no es el caso. Los grupos étnicos africanos se vieron separados por fronteras arbitrarias y artificiales, casi elegidas a dedo por las potencias europeas colonialistas y pasando, así, a formar parte de diferentes regiones coloniales.

Las comunidades africanas, muchas de ellas nómadas y pastorales, vieron sus actividades económicas y sociales limitadas por divisiones europeas que diferían totalmente con el modo de vida al que estaban acostumbradas. Estas fronteras artificiales coartaron su libertad de movimiento, afectando a sus estructuras administrativas y económicas, reduciendo sus actividades pastorales a porciones determinadas de tierra y forzando competiciones por los recursos. Esto último, a su vez, creó hostilidades entre las comunidades e incluso entre los miembros de un mismo grupo étnico, separados ahora por una frontera artificial.

El control ejercido por las potencias coloniales a través de las fronteras trataba, principalmente, de separar grupos étnicos, hacerlos competir y crear conflicto entre ellos. Antes del siglo XIX y de la Conferencia de Berlín, la pertenencia a los distintos grupos étnicos era más flexible y abierta. Sin embargo, las fronteras establecidas por los colonos contribuyeron a solidificar las divisiones entre los grupos étnicos, generando hostilidades que han sido utilizadas después por muchos gobiernos de las ya independizadas naciones africanas para su beneficio político propio. A su vez, las fronteras coloniales crearon minorías étnicas que pasaron a encontrarse discriminadas por los gobiernos centrales y, además, ayudaron a la creación de decenas de movimientos separatistas que han perdurado hasta hoy.

En la actualidad, podemos encontrar ejemplos de las consecuencias de las fronteras coloniales a lo largo de todo el continente africano. En el cuerno de África, los somalíes fueron divididos entre la Somalia Francesa, la Somalia Británica, la Somalia Italiana, la Somalia Etíope y la región somalí del norte de Kenia. Estas fronteras afectan directamente a los somalíes, que comparten cultura y tradiciones pero que se encuentran viviendo como ciudadanos de Kenia, Etiopía y Yibuti. Se comprueban casos similares en el pueblo Afar, dividido entre Etiopía, Eritrea y Yibuti, mientras que los pueblos Anyuaa y Nuer se encuentran repartidos entre Etiopía y Sudán del Sur. En relación con este último, es importante destacar que su independencia constituyó el primer reto para la Unión Africana en este ámbito, puesto que la organización siempre ha mantenido que las fronteras africanas son inviolables (Art. 4.b del Acta Fundacional de la Unión Africana). 

En la región del Golfo de Guinea y sus alrededores, los ciudadanos caminan de un país al otro sin pasaportes en puntos donde no se distingue qué estado es cuál. El número de conflictos que han surgido y continúan activos a raíz de las fronteras, así como su porosidad para los africanos y africanas, invita a reflexionar sobre si deberían redibujarse dichas fronteras. Este planteamiento se volvió particularmente importante en el conflicto entre Nigeria y Camerún en la península de Bakassi. Las potencias europeas coloniales habían decidido, en 1884, la siguiente delimitación de fronteras en África Occidental: “Una línea a través de Yola, en el Benoué, Dikoa, hasta el extremo del Lago Chad”. Así es como se creó la frontera entre Nigeria y Camerún.

Fuente: Aida Amer, Atlas Obscura, 2019

Lo que en aquel entonces era tan solo una línea, pasó a convertirse, tras la descolonización de África, en coordenadas precisas y pilares geográficos para adaptarse al concepto de estado-nación. Pero el ciudadano de a pie no se identificaba con estas fronteras ni las sentía útiles. Es por eso por lo que la definición precisa de una frontera para ambos estados no había sido relevante hasta que en 1981 se comenzó a elucubrar sobre posibles reservas de petróleo en la península de Bakassi. En esa época, el petróleo representaba el 90% de los ingresos de Nigeria, lo que llevó al país a alzarse en armas contra las fuerzas militares camerunesas en la península. A esto se sumó otra disputa con Camerún por la cuenca del Lago Chad. Ambos países casi llegaron a la guerra. En 1994, nuevos enfrentamientos en la península se cobraron la vida de 34 personas y el presidente camerunés Paul Biya decidió apelar a la Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidas.

La Corte Internacional de Justicia se remitió a los tratados anglo-alemanes de 1913 para otorgar la soberanía de Bakassi a Camerún. Para delimitar de manera precisa la frontera en su totalidad, la Corte también utilizó otros documentos coloniales, entre ellos la Declaración Thomson-Marchand de 1931. De nuevo, esta línea, estas longitudes y latitudes, estas montañas y estos ríos eran tan solo una idea general, un concepto. Sobre el terreno, la población de la península –de 300,000 habitantes, un 90% de nigerianos y nigerianas – descubrió en ese momento, tras toda una vida, que vivía en Camerún.

Artículos citados:

A.U. (2000). Constitutive Act of the African Union. En African Union. Recuperado de: https://bit.ly/34uqOBw

Banbury, J. (2019). When Cameroon and Nigeria settled their long-standing border dispute, it was just the beginning. Then a 21st-century border had to be laid down. En Atlas Obscura. Recuperado de: https://bit.ly/2BsW0F7

Baye, F. (2010). Implications of the Bakassi Conflict Resolution for Cameroon. En Accord. Recuperado de: https://bit.ly/2YtuXBA

Campbell, J. (2011). South Sudan’s challenge to Africa’s Colonial Borders. En Council of Foreign Relations. Recuperado de: https://on.cfr.org/2ORvdW1

Fisher, M. (2012). The Dividing of a Continent: Africa’s Separatist Problem. En The Atlantic. Recuperado de: https://bit.ly/30KEdC1

Gashaw, T. (2017). Colonial Borders in Africa: Improper Design and its Impact on African Borderland Communities. En Wilson Center, Africa Up Close. Recuperado de: https://bit.ly/2D1bdNY

Hyde, C. (2017). ICJ Ruling on the Bakassi. En Amandala Belize. Recuperado de: https://bit.ly/3aRJ9JF

ICJ (2002). Case Concerning the Land and Maritime Boundary Between Cameroon and Nigeria. En Peacemaker United Nations. Recuperado de: https://bit.ly/3aPVcHH

Ikome, F. (2012). Africa’s International Borders as Potential Sources of Conflict and Future Threats to Peace and Security. En Institute For Security Studies. Recuperado de: https://bit.ly/2Eld7Kp

UNHCR (2008). The Status of Nigerians Living in the Bakassi Peninsula. En RefWorld. Recuperado de: https://bit.ly/34uzdoy

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