El viaje de Kalilu, un recorrido de ida y vuelta

La Fundación Kalilu Jammeh trabaja, desde 2006, para el desarrollo de Gambia. Fundada por quien le da su nombre, lleva más de quince años liderando proyectos de educación, agricultura y salud para mejorar la calidad de vida en el país. Su objetivo es potenciar a la población local y así ayudar en su lugar de origen.

Kalilu Jammeh (de pie, a la derecha) en la playa de Tanji, 2019. Fuente: Fundación Kalilu Jammeh

La Fundación Kalilu Jammeh trabaja, desde 2006, para el desarrollo de Gambia. Fundada por quien le da su nombre, lleva más de quince años liderando proyectos de educación, agricultura y salud para mejorar la calidad de vida en el país. Su objetivo es potenciar a la población local y así ayudar en su lugar de origen.

Kalilu Jammeh, de nacionalidad gambiana, migró de forma irregular a Europa en 2002 y su periplo de más de un año lo llevó hasta Lanzarote, desde donde viajó a Austria e Italia para acabar instalándose en Blanes, España. Allí, en 2006, obtiene el permiso de residencia y trabajo y lleva a cabo dos acciones clave.

Por un lado, plasma por escrito su experiencia hasta llegar a Europa, convirtiendo 17.345 km y 18 meses de viaje en un libro:  El viaje de Kalilu. Por otro lado, crea la Fundación Kalilu Jammeh, con la que pretende ayudar en su país de origen. Dispuesto a contar la verdad sobre la migración hacia Europa, y mejorar las condiciones de Gambia, lleva desde entonces trabajando para mejorar el desarrollo y la economía de su país natal.

La mayoría de las veces, Europa es vista como un paraíso y no se tiene en cuenta la dureza real del viaje, ya de por sí es complicado realizar este de manera regular por la extensa burocracia, los costes y sobrecostes; y hacerlo de manera irregular se convierte en una odisea. Han de atravesarse numerosas fronteras, a veces a pie y otras veces en vehículos sobreexplotados, y muchas personas han de endeudarse para llegar a tener una oportunidad para empezar el viaje.

Antes de empezar su viaje, Jammeh, nacido en 1973, cuenta en su libro cómo estuvo presente en más de seis funerales a la semana durante casi un año; 300 personas en un cálculo rápido. Narra también la enorme cantidad de huérfanos y huérfanas que encontró por el camino, así como personas que se habían visto atrapadas en un sitio que no era el suyo y que no podían abandonarlo por falta de recursos que habían gastado intentando llegar a Europa.

Sin embargo, Kalilu, lejos de quedarse de brazos cruzados, decidió aportar su granito de arena trabajando en Gambia a través de su Fundación. El objetivo principal de la misma es contar la verdad detrás de ese “paraíso” que se percibe en Europa, moviéndose para mejorar la vida de las personas in situ. Como dicen desde la Fundación, es muy fácil decirle a la gente que no migre, pero si no existen alternativas, si no hay desarrollo ni avance real, esas palabras no van a causar ningún efecto.

La Fundación actúa en Gambia, principalmente en la comarca de Upper Badibu, y llega a más de 10.000 personas. Primero, trabajó en proyectos de educación. En 2008, inició proyectos de agricultura y, recientemente, desde 2017, ha empezado a desarrollar proyectos de salud. Los fondos para poder llevar a cabo estos proyectos provienen de la financiación por parte de ayuntamientos, del Fondo Catalán de Cooperación al Desarrollo y a contribuciones privadas.

En proyectos de educación, la Fundación construyó en 2017 una guardería con dos aulas, zona polivalente, cocina y comedor, que llegó a acoger treinta niños y niñas de entre 3 y 6 años que disfrutan de ese espacio. Este edificio ha permitido la contratación de una profesora, maestra titulada gambiana, y que la niñez de poblaciones cercanas pueda acudir también.

No obstante, la apertura este año de otro centro en Yallal (población cercana) ha hecho que disminuya el número de participantes, pues les queda mejor comunicada. Además, seis menores han pasado a primaria. No obstante, desde la Fundación aseguran que no cerrarán el centro porque son conscientes del servicio que presta a la comunidad y de la variación de estudiantes que puede haber de un año a otro.

Asume actualmente la cuota académica de 200 alumnos; la de comedor escolar es de 67. También, lleva a cabo desde 2018, aunque de manera esporádica, un curso de alfabetización para 12 mujeres, combatiendo así la alta tasa de analfabetismo en el país. En un país en el que el acceso a la educación ya es difícil, se vuelve todavía más complicado para las mujeres, a quienes, desde pequeñas, se les atribuyen todas las tareas de cuidados y limpieza.

Con respecto a su programa sobre agricultura, desde su puesta en marcha, varios proyectos han visto la luz sobre agricultura, pesca y apicultura. Es así como en 2010 y 2015 se construyeron dos pozos -ambos con bomba de energía solar- para los huertos comunitarios y de uso doméstico. En 2010 y en 2014 se compraron dos tractores y, en 2013, una máquina para desgranar el cuscús. Por último, en 2012 se instalaron treinta y cinco cajas con colmenas y se construyó una barca de madera y una red, además de un horno de pan. Para el 2019, crearon un pozo y una red de distribución de agua para Jalaba, un municipio de 2.000 habitantes que no disponía de agua corriente. Y este 2022, un nuevo pozo con bomba de energía solar para una nueva plantación de bananas. Recientemente se ha realizado la plantación de 500 bananas, la creación de un jardín botánico y un herbario de plantas medicinales que son gestionadas por un grupo de mujeres agricultoras, lo que les permite una mayor independencia y presencia dentro de la sociedad.

En total, se ha llevado a cabo la plantación de más de 1000 árboles entre chopos, anacardos, naranjos, bananos, papayos y caobas africanas, que no solo ayudan al desarrollo de la economía y la sociedad, sino que constituyen una fuente cercana y de calidad de alimentación. Suponen también espacios de encuentro y de intercambio, así como de aprendizaje, y una excelente medida contra el cambio climático.

En cuanto a su proyecto en salud, se ha iniciado un proyecto de 3 años en convenio con el Ministerio de Sanidad de Gambia para la detección, diagnóstico, tratamiento y control de enfermedades crónicas en adultos en la zona de Illiasa.

Además, gracias a donaciones de particulares, se han podido financiar casos graves de salud de varios ciudadanos que necesitaron ser trasladados a Dakar o España ante la falta de opciones en los hospitales de Gambia.

Por último, a través de toda su trayectoria podemos ver cómo la Fundación trabaja por la sensibilización, quizá su labor más importante es que divulgan de manera continua la dureza de migrar a Europa, como Kalilu lo hizo, y sus consecuencias. Y se ponen en contacto con gambianos en la diáspora para que valoren positivamente el retorno a sus países de origen.

De esta manera, persiguen varios objetivos simultáneamente. Por una parte, la mejora de las condiciones y el desarrollo en Gambia para las personas que allí viven y, por otra parte, valorizar su lugar de origen convirtiéndolo en una alternativa de una vida digna. Tal y como Kalilu supo que quería hacer si sobrevivía a su viaje, tal y como, afortunadamente para todo un país, está sucediendo.

Artículo editado por Ana Gabriela Molina Meneses.

Bibliografía:

  • Kalilu Jammeh. (2009). El Viaje de Kalilu: Cuando Llegar Al Paraiso Es un Infierno, de Gambia a Espana – 17345 Km en 18 Meses. España: Plataforma Editorial.
  • Fundación Kalilu Jammeh. (13 de febrero de 2022).  https://fundaciokalilu.org/

Pedro Torres Domingo

¡Hola! Soy Pedro, arquitecto en proyección y en constante crecimiento. Me considero una persona activa, extrovertida y curiosa; en el momento en que me intereso por algo no me basta con quedarme en la superficie y busco más. Comprometido con la equidad, la sociedad y la responsabilidad individual dentro del mundo del que formamos parte.

Entrada siguiente

El proyecto ACALAN y la defensa de las lenguas de África

Lun Abr 4 , 2022
La diversidad es uno de los aspectos destacables de África, sobre todo en lo referido a las lenguas, que se cuentan por miles en todo el continente. Desde hace décadas y a través de diversos mecanismos, la población africana y sus instituciones tratan de promover y proteger sus lenguas maternas consideradas hoy un vector clave de desarrollo.