ENTREVISTA A QUICO GERMAIN

Quico Germain es un joven de 25 años que vive en Uganda. A los 19, tras participar de diferentes proyectos, decidió terminar el segundo año de estudio, coger una avión a Tanzania sin billete de vuelta y empezar a trabajar como cooperante. Descontento con el proyecto en el acabó, decidió viajar, conocer diferentes iniciativas y terminó en Uganda donde conoció a Deborah, la directora de un orfanato. Poco después fundó la Asociación Petits Detalls, una entidad que escala iniciativas locales para fomentar el desarrollo.

Hola, Quico. ¡Muchas gracias por dedicarnos un poco de tu tiempo!

De nada! Un placer.

Antes de nada, ¿podrías hablarnos un poco de ti?

Claro, tengo 25 años… soy jovencito. Estudié dos cursos de económicas en la Pompeu Fabra y he tenido la suerte de hacer algunos voluntariados.

Pisé por primera vez el continente a los 14 años cuando mi madre me mandó a Egipto como voluntario, esto me abrió mucho la mente y me permitió conocer una realidad muy alejada de la mía. Yo crecí en Matadepera y fui a un colegio de fomento, por lo que no podía estar más alejado de mi realidad social. Más tarde, a los 18, tuve la suerte de hacer un voluntariado en Palestina y a partir de allí empecé a cuestionarme las cosas. La carrera me pareció un tostón, no me veía y quise ir a hacer un voluntariado más largo.

¿Qué te hizo interesarte por África?

Realmente no tuve mucho interés por África hasta que llegué aquí. No os engañaré, no leía sobre África, ni era mi sueño viajar a África. En un inicio quería irme a la India y mi madre, que es una mujer muy cañera, me animó a irme a Tanzania. En Tanzania no me gustó el proyecto porque estaba muy alejado de aquello en lo que yo creía y lo que quería hacer. Me fui, viajé por Tanzania un tiempo, conocí diferentes proyectos; luego vine a Uganda, y seguí conociendo proyectos hasta que en la Navidad de 2014, el 30 de diciembre, conocí un orfanato dirigido por una mujer local y eso fue la semilla, la razón por la que me quedé.

¿Cuál fue tu primera sensación al llegar a Uganda?

Llegué muy iluso e ignorante. Yo no tenía ni idea de nada, había estudiado la colonización en bachillerato pero ya. La sensación, por tanto, fue muy simplista. Es lo que pasa cuando no tienes fundamentos en los que basarte pero no deja de ser una primera sensación. Hombre… es chocante e impactante, pero creo que ha sido con el tiempo, con conocer el contexto y tener más información, que he podido crear sensaciones mucho más reales. Al principio era un blanco moviéndose por África con una mochila, con un punto paternalista, con pensamientos infundados por la sociedad sobre como tenían que ser las cosas y en que posición estaba cada uno.

Sonríes…

Es que es verdad. Es una verdad que a todos nos cuesta aceptar, tenemos una mochila llena que cuesta mucho vaciar. El paternalismo es el sentimiento de superioridad de unos hacía otros por tener características diferentes. Se da de los hombres hacía las mujeres, de los ricos hacia los pobres, de los blancos hacia los demás.

Sí, es cierto, en Europa aún hay mucho paternalismo. Y el proyecto, ¿cómo lo fundaste?

Se llama Petits Detalls (Pequeños Detalles) porque nuestro objetivo era hacer pequeñas cosas que les pudieran alegrar un poco. Sí, la idea era muy simplista, pero claro, tenía 20 años.

Cuando llegué al orfanato pensé en comprar camas y colchones porque los niños dormían en el suelo. Hice un post pidiendo donaciones, conseguí recaudar bastante dinero y el día en que llegaron las camas y los colchones me pregunté: ¿y ahora qué? ¿Me voy con unas fotos muy bonitas en el movil y ya? Así que decidí quedarme, le envíe un WhatsApp a mi familia y me apoyaron.

Al principio actué sobre la marcha. Todo dependía de nuestros recursos y cuando las necesidades son todas debes ir solucionándolas a medida que puedes. Por supuesto, la mujer que dirigía el orfanato lo siguió haciendo y planificamos en conjunto. Mi relación personal con ellos ayudó, ya que yo viví en el orfanato durante todo un año y el diseño ha sido con el tiempo, podría decir que aún estamos asentando las bases.

Tras la fase de inicio hubo una fase de profesionalización porque considero que la cooperación internacional se tiene que hacer bien. He visto muchos proyectos que han fallado, donde se han perdido una cantidad de recursos increíbles, en parte por la parte de profesionalización del proyecto. En conjunto hemos creado unas bases, como queremos trabajar y qué tipo de desarrollo queremos generar.

Todos nuestros proyectos se desarrollan con contrapartes locales, ONGs ugandesas que implementan los proyectos. No iniciamos una actividad si no es una iniciativa local. Por ejemplo, el ultimo proyecto es de Deborah, la directora del orfanato, para el fomentento del empoderamiento de la mujer. De esta forma garantizamos que las iniciativas nazcan de una voluntad local y no ser nosotros los que impongamos qué se tiene que hacer.

Otra decisión que tomamos es que todo el desarrollo deba basarse en estructuras sociales o comunitarias que ya existan. Con una estructura nos referimos a una red de ahorros, una red de sanidad publica,… algo que ya estuviera antes de que nosotros llegáramos y que seguiría estando sin nosotros, así que solo debemos impulsarlo.

La tercera es que intentamos que siempre haya de género, para hacerlo tratamos de que todos los proyectos estén coordinados por mujeres. Es simbólico, pues no promocionas la perspectiva de genero solo por tener una mujer coordinando pero creemos que este simbolismo es muy importante.

Sí, es fundamental evitar generar externalidades e imponer nuestra propia visión…

Sí. Por ejemplo, nosotros no trabajamos con voluntarios. Cuando hay niños huérfanos lo ultimo que necesitan es crear vínculos emocionales con gente que se irá. Además, ¿a qué vendrán? ¿A cocinar? No tiene sentido. Nuestro equipo es 100% ugandés, a excepción de Maria y Mertixell que trabajan desde Barcelona.

¿Qué proyectos estáis desarrollando ahora mismo?

Tenemos dos proyectos: el desarrollo de escuelas en áreas rurales y el de empoderamiento de la mujer. Trabajamos con el profesorado para evitar la violencia física y verbal hacia el menor que sigue arraigada, dando herramientas al profesorado para que puedan trabajar si recurrir a la violencia. Motivamos al alumnado a seguir estudiando, sobretodo enfocados de la promoción de las niñas. Tratamos de paliar las consecuencias negativas que la menstruación pueda tener, normalizarla y repartir compresas reutilizabas que fabricamos nosotros en un pequeño taller; y también hacemos charlas sobre la sexualidad, los embarazos infantiles, el matrimonio infantil,…

Es muy interesante. Para ir concluyendo, nos gustaría que nos hablaras un poco de Uganda, ¿cuál es la situación con el Covid-19?

Uganda es de los pocos países del mundo que no ha contabilizado ninguna muerte por coronavirus. Hay un poco de duda sobre si los datos son 100% reales o no, pero es cierto que el Ministerio de Sanidad de Uganda es muy potente, paró un brote de Ébola el año pasado y sabe hacer bien las cosas.

A nivel sanitario, está funcionando, se cerraron colegios, iglesias y fronteras antes de confirmar ningún caso. Pero a nivel económico y social hay muchos problemas. Hemos estado dos meses parados por completo y mucha gente lo está pasando realmente mal. Hemos tenido que distribuir comida, algo que no habíamos hecho nunca pero que ahora es necesario.

¿En qué niveles de desarrollo se encuentra el país?

Uganda tiene un indice de desarrollo humano al rededor del 165 puntos. Estamos hablando de uno de los veinte últimos países con menor desarrollo del mundo. Ha habido crecimiento económico los últimos años, pero las dadas so macroeconómicas y muchas veces no repercuten en el nivel microeconómico.

Es un país que tiene el mismo régimen desde el año 1986, con un sistema de salud muy precario y con una corrupción institucionalizada, que hace que los servicios básicos que en principio debería garantizar el estado no lleguen a la gente que lo necesita. El sistema de educación es menos precario que el sanitario, pero de muy poca calidad. Las escuelas publicas con las que trabajamos tienen muchas carencias. Pasan a la educación secundaria 1 de cada 4 niños.

Es, además, el segundo país más joven del mundo, La media de edad son 14 años, la media de hijos por mujer son muchos, y si sigue creciendo a este ritmo será el segundo país más poblados del mundo hacia el año 2050 aunque sea un país muy pequeño, más pequeño que España.

¿Si tuvieras que invertir en un solo sector cual sería?

Sería la educación publica. Es uno de los activos más beneficiosos de un país y creo que la educación no debería ser nunca un negocio.

Muchas gracias, Quico, por compartir tu experiencia, tu proyecto y visión con nosotros. Ha sido, de verdad, muy interesante.

Autor

Viviane Ogou Corbi

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