En 2003, una rebelión iniciada contra el Gobierno de Sudán en Darfur motivada por la marginalización económica e inseguridad de la región derivó en un conflicto armado que provocó el desplazamiento de millones de personas y acabó con la vida de cientos de miles. La inacción por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas llevó a la recién creada Unión Africana a intervenir a través del envío de una misión de paz conocida como Misión de la Unión Africana en Sudán. La cual terminó evolucionando a una conjunta entre la organización africana y las Naciones Unidas: UNAMID (2007 – 2020), que conforma uno de los ejemplos más notables de colaboración entre las Naciones Unidas y una organización regional.
Conflictos
La interpretación del papel de África en el conflicto de Ucrania se ha basado principalmente en el voto de los países africanos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU). Esto ha contribuido a una visión simplista del papel del continente en retos globales. En particular, el conflicto en Ucrania ofrece oportunidades estratégicas para los países africanos.
El fallecimiento de Déby tras 31 años de mandato, a manos de los rebeldes en el Norte, ha abierto una caja de pandora y podría suponer un aumento de la inestabilidad en la región del Sahel. Libia, Sudán y Níger llaman a la moderación, mientras la oposición y presuntamente parte del ejército no aceptan el giro monárquico del país. Mientras, la comunidad internacional ha condenado la fuerte represión y los fallecimientos en las manifestaciones en Chad, respuesta a la semana de tensión interna provocada por la toma de poder de su hijo para dirigir una transición de 18 meses.
La Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) es una misión de paz constituida por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2007. Su fin es recuperar un clima de entendimiento entre los diferentes actores que componen el territorio somalí; en concreto entre el Gobierno Federal y los diferentes Estados Federales. La Misión sigue en curso dados los obstáculos con los que se ha encontrado a lo largo de los años. En especial la organización terrorista Al-Shabaab, la debilitación de las relaciones con sus países aliados, Kenia y Etiopía, así como la tensión entre el Gobierno central y los Estados Federales.
En 2018 centenares de huesos fueron enterrados en Namibia después de haber aguardado un entierro digno durante más de un siglo. Dichos restos llegaron desde Alemania, donde a inicios de siglo decenas de científicos acumularon los huesos de las víctimas del primer genocidio del siglo XX. Su finalidad era estudiar la superioridad genética del hombre blanco. Esta no es la historia de cómo volvieron los huesos de la nación herero a Namibia, sino la historia de su genocidio.
Desde hace aproximadamente mes y medio, la República Federal Democrática de Etiopía está en los focos de la prensa internacional tras la declaración de su actual Primer Ministro, Abiy Ahmed Ali, de una ofensiva militar contra el Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT). Para entender este conflicto es necesario profundizar en sus divisiones étnicas así como en su sistema político federal, altamente polarizado y causante de diversas tensiones.
Desde el estallido de la Revolución libia en 2011, el país ha vivido en una situación de agitación causada por la coexistencia de diferentes actores con perspectivas de futuro contrastantes. En los últimos años han sido numerosos los esfuerzos diplomáticos que han intentado poner fin a la problemática del país. Sin embargo, ninguno ha tenido una influencia tan decisiva como la que se obtuvo el pasado 23 de octubre con la firma del alto el fuego permanente mediado por la ONU. Este acuerdo debería fortalecer el plan de paz propuesto por la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas (UNSMIL) y alentar la adopción del embargo de armas adoptado por el Consejo de Seguridad.
El pasado 22 de junio, el ministro de asuntos exteriores egipcio Sameh Shoukry acusaba a Etiopía de actuar irresponsablemente al seguir adelante con la construcción de la Presa del Renacimiento.
Históricamente España ha estado estrechamente vinculado al continente africano tanto por medio de relaciones comerciales, cooperación militar e incluso población. El cambio climático, los efectos del COVID 19 o la seguridad en regiones como el Sahel pueden marcar el futuro de África e influencia el devenir de España, por lo que el refuerzo de la asociación militar se ha tornado una prioridad.
El 25 de mayo, el día de África, la Oficina de la enviada especial para la juventud, Aya Chebbi, de la Unión Africana, organizó la conferencia: ¿cómo la juventud puede silenciar las armas? Durante la conferencia se examinó cómo las agendas que no consideran a la juventud en sus políticas son más susceptibles de fracasar.